Nueva semana, nuevos sonidos y nuevos emergentes a los que ofrecerle una mano amiga. En esta ocasión viajamos por las líneas de metro de Madrid para hacer parada en Embajadores y conocer más de cerca a Camellos.
Hace unas horas, desde segundopremio lanzamos un guiño a los que van a ser nuestros emergentes de la semana durante los próximos días. Hay quien no diferencia entre una o dos jorobas, pero teniendo en cuenta que estos tipos cantan, berrean y aporrean instrumentos en directo, la solución se presenta rápidamente en la mente de todos mientras se escapa eso de «no lloraba tanto desde que despertó Toni Cantó». Señores, señoras, diputados y escaños: Camellos.
Camellos son emergentes aunque recientemente hayan firmado por Limbo Starr, uno de los sellos discográficos más en forma del ¿independiente? nacional. Un pequeño gran empujón para pasar de ser simple reducto fuera de la línea habitual del panorama local madrileño a una promesa de carácter nacional. Ser o no ser. El león y el ratón. Los sellos o la carga de auto-trabajo. Camellos llegan de probar suerte (y en ello siguen) con distintas formaciones como Milk It o The Bärds, amigas del sonido anglo, mientras que en Camellos quisieron remontar ese gusto por el punk y la suciedad y traducirlo en versos quevedianos. El resultado resultaba fresco desde la primera escucha y esperanzador desde sus directos y eso han debido de pensar desde Limbo Starr.
Embajadores (Limbo Starr, 2017) es su primer largo, un conjunto de temas breves, escuetos y con cierto regusto por el bucle y las paradas en seco. La citada plaza siempre ha destacado por sus cohabitantes puntuales y un tráfico de vehículos un tanto particular. Tan particular como estos microrelatos en los que la depresión rutinaria se manifiesta en forma de verdades descarnadas, zombies laboriosos, azulejos sucios y latas de Mahou vacías y escalonadas. Nos lo vamos a pasar bien con los Camellos.