Rusos Blancos se preguntan qué son ahora

Rusos Blancos se preguntan qué son ahora

Repasamos el último sencillo de los madrileños Rusos Blancos, que parecen haber despegado definitivamente.

La crítica que escribí hace unos meses del EP Algo nuevo, algo viejo, algo prestado (IM Records, 2017) le servía a un servidor para pasar la prueba con este medio y empezar como redactor. No fue nada del otro mundo, lo admito, pero la guardo con bastante cariño pues fue mi primera reseña de una banda emergente y tuvo un final feliz. Ahora, tres meses después me encuentro con que voy a volver a escribir de esta gran banda y quién sabe si será la última vez. segundopremio habla, sobre todo, de grupos emergentes y Rusos Blancos llevan algún tiempo alejándose de esta calificación. Sabemos que siguen ensayando en los locales de toda la vida pero ya es más difícil verlos tocar en salas pequeñas del centro de Madrid y cada vez es más frecuente que sus conciertos sean en lugares como la sala El Sol o el Teatro Lara (donde el pasado 25 de enero tuvo lugar su último concierto). Tampoco se quedan atrás en cuanto a festivales: este año irán nada menos que al FIB… de momento.

Rusos Blancos parece que se alejan definitivamente de la etiqueta emergente pero yo me niego a dejar de escribir sobre ellos, y menos con todo el movimiento que se traen últimamente. El pasado día 19 nos alegraban la cuesta de enero con el lanzamiento de su nuevo sencillo «¿Qué somos ahora?». El título de la canción no les puede venir mejor y «qué somos ahora» es lo que parece preguntarse el sexteto madrileño, que cuando vio la luz su último LP Museo del Romanticismo (Intromúsica Records, 2016) pasó de ser un grupo que luchaba día a día para sacar su proyecto adelante a ser unos fijos en los festivales de verano más importantes del panorama actual. Museo del Romanticismo les valió su fichaje por Intromúsica y de paso les obligaba también a una dedicación casi exclusiva a la música. «¿Qué somos ahora?» es el adelanto de su nuevo largo Bailando hacia el desastre, que verá la luz próximamente y, por lo pronto, vemos que nuevamente dejan de lado la electrónica para volver al formato clásico de pop sencillo y multiinstrumental que tan buen resultado les dio en su LP anterior. Por lo demás, las letras de Manu Rodríguez siguen igual: directas y claras pero ocasionalmente oscuras. Da igual si se habla de un viaje en coche que de dependencia sexual, Rusos Blancos no se cortan y eso nos encanta.

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