El cuarteto madrileño Sierra ha estrenado un largo que nos transporta a abarrotadas pistas de baile, por mucho que ellos digan que lleva A ninguna parte.
Fotografía: Yago Castromil
El primer LP de Sierra se ha hecho esperar. Tras un primer EP Tiene mucha fuerza (Gramaciones Grabofónicas / Tormina Records, 2014) totalmente agotado en su edición física, el pasado mes de octubre llegó A ninguna parte (Sonido Muchacho, 2017). Se trata de un interesantísimo trabajo que sitúa a Sierra en el epicentro del pop electrónico patrio. Pero estos madrileños no son unos novatos sino que han pasado ya por diversas bandas: Sierra está formada por Arturo Hernández (Juventud Juché), Clara Collantes (El Día Después), Antonio Castro (Charades) y Hugo Sierra (Prisma en Llamas, Margarita).
Aunque podría parecer que lo que predomina en este álbum es el sonido electrónico ochentero, A ninguna parte no se trata de un revival. La producción de Cristian Pallejá y Ferrán Resines va mucho más allá y, a través de unos sonidos de sintetizador que remiten a aquella época —cajas de ritmos y palmadas con reverb incluidas—, el discurso que construye este disco traspasa décadas hasta conseguir su propia personalidad. Este sonido es redondeado con unas letras que contienen una cierta crítica a la sociedad de consumo actual y que se tornan incluso reivindicativas, como en «No quiero ser un hombre».
La electrónica se convierte en el hilo conductor de un álbum de gran calado. «Me destrozaré» fue la canción escogida como adelanto de A ninguna parte, en una elección que no ha podido ser más acertada ya que resume a la perfección la intención más pop del disco: ritmos rápidos y directos, estribillos pegadizos y melodías bailables capaces de reventar cualquier pista de baile. Pero mi favorito, el tema que no dejo de escuchar desde hace semanas, es «Perfectamente»; y es que se trata de una perfecta canción de pop electrónico, destinada a convertirse en un clásico atemporal y a formar parte de todas las listas de lo mejor del año.