Estuvimos en la presentación en directo del último EP de Los Garage, acompañados para la ocasión por No Fucks y Los Ramblings.
Fotografía: Eva Sanabria
De las salas de conciertos que todavía resisten en el centro de Madrid, Wurlitzer Ballroom es una de las que cuentan con un pedigrí rockero más notorio: un recinto más que apropiado para que Los Garage presentaran su último EP, el recientemente publicado Dolores (Clifford Records, 2017). Así, la «Wurli» —como a menudo se denomina a esta sala— acogió a la banda madrileña en compañía de los también madrileños Los Ramblings y los gijoneses No Fucks.
El arranque de la velada correspondió a Los Ramblings, con una formación que había sido ligeramente remozada desde la última vez que tuvimos ocasión de verlos en directo. Las canciones incluidas en su EP Turkeys (autoeditado, 2016) se alternaron con material más antiguo y algún tema todavía inédito, que muy posiblemente verá la luz en una futura grabación cuya preparación ya ha sido anunciada por la banda. Si por algo destacó su actuación fue por una desenfrenada interacción con el público que puso de manifiesto el lado más festivo del grupo. Pero el aspecto más llamativo fue la manera en que la interpretación en directo del guitarrista principal hacía que la banda se escorara decididamente hacia el hard rock, alejándolo un tanto de su declarada intención garage y lo-fi de un modo que parece augurar novedades sonoras a medio plazo. Y aunque el sonido del teclado fue manifiestamente mejorable en alguna ocasión, Los Ramblings firmaron una actuación solvente a la que pusieron fin con el binomio formado por «I <3 U Madrid» —al principio de la cual el grupo solicitó la participación del público— seguida de la esperada «Introspectation».
No Fucks fueron la sorpresa de la jornada, al renunciar a la parte de su repertorio formada por canciones de corte electrónico en favor de sus temas más insultantemente punk rock. Los jovenes miembros del grupo ofrecieron un concierto divertido en el que canciones como «Quiero ser un gato» nos arrastraron a su terreno, obligándonos a ponernos en situación casi desde el principio. Los errores de ejecución a la guitarra por parte del vocalista Stephen no deslucieron en absoluto la actuación, aunque en un momento dado llegara a disculparse por ir «un poco pedo». Pero esta no fue una de esas ocasiones en que se hace virtud del amateurismo y, si bien los solos no fueron ejecutados con gran virtuosismo, las carencias técnicas —o más bien los excesos etílicos— fueron compensadas sobradamente por la pétrea solidez de su su bajista, complementado rítmicamente por la batería de una Elisa que ejerció como vocalista principal en varias de las composiciones del grupo.
Y por último llegó el momento estelar de Los Garage, quienes realizaban un doble estreno aquella noche: no solo nos habían convocado para presentar su nuevo EP en directo, sino que también tocarían por primera vez bajo el que desde hace unos meses es su nuevo nombre. El concierto comenzó con abundantes concesiones a sus anteriores trabajos, especialmente a un Horas extras en el circo (Clifford Records, 2015) que sonó integramente en esta primera parte de la actuación, intercalando además el single «Amor encubierto» entre «Karpin» y «27». Pero una vez cruzado el ecuador del concierto, Carlos Núñez cambió la guitarra por el sintetizador y a partir de entonces fue cuando sonaron la mayoría de las canciones de Dolores, a excepción de una «Profe de la UNED» que fue disparada muy poco después de que la banda saliera a escena. Así, pudimos escuchar «Cadáver ye-yé» y «Contacto», aunque durante esta última me distraje un tanto mientras contemplaba a la ilustradora Olaya Pedrayes —también vocalista de Axolotes Mexicanos— realizar algún dibujo a rotulador sobre diversas regiones de la anatomía de los componentes de No Fucks. Tampoco puedo resistirme a mencionar el alarde de generosidad de Los Garage al arrojar unos discos al público a modo de regalo. Sin embargo, no se trataba de copias de su flamante Dolores, sino de trabajos antiguos de Manolo Escobar, Antonío Machín y Camilo Sesto. ¿Regalos envenenados? En todo caso, la banda proclamó el fin de fiesta regresando al garage más ruidosamente guitarrero, con una pequeña invasión del escenario protagonizada por los componentes de Los Ramblings mientras sonaba «En casa de Wau». Se puso fin así a esta noche auspiciada por Los Garage, en la que el rock y la fiesta fueron protagonistas absolutos.