Después de la llegada de la Noche de los Muertos Vivientes y del Día de Difuntos, nosotros pasamos la resaca mortal recordando a esas bandas que permanecieron emergentes hasta su llegada al final. «This is the end», que cantaba mi querido Jim Morrison y así lo relataron formaciones que colgaron en sus puertas el cartel de liquidación o ejemplos en los que su estado de duermevela nos hace acordarnos de nuestros adorados zombis. No se hable más y rindámosle tributo a siete bandas desaparecidas.
The Bleach
Se me rompe el corazoncito cada vez que me acuerdo de este dúo de Orcasitas, ese dúo que hace cuatro años se transformó en cuarteto al entrar en escena Víctor Cabezuelo y Lete G. Moreno. Sus redes sociales nos hacen creer que su estado comatoso nos dará una alegría en no mucho tiempo, pero nuestra naturaleza desconfiada nos hace seguir viviendo en el pasado de su celebérrimo primer disco, Shining Blackout, publicado en 2010. Desde hace cuatro años se encuentran en el dique seco.
Mirémonos
A todos nos dejó un tanto descolocados el precipitado final de este quinteto afincado en Madrid ya que las buenas lenguas nos acercaban a un inminente nuevo disco. Sin embargo, la cuerda se rompió y nuestros recuerdos tendrán que seguir creando escenas fílmicas desde la narrativa y descripción de los temas de Triángulo de las Bermudas (su último disco), ese disco en el que pop y el rock sí que trabajaron en buena sintonía.
The Saurs
Hace dos veranos saltaron las alarmas al hacerse pública la separación de este trío barcelonés que había revolucionado la escena de garage condal. Justo antes de iniciar su gira veraniega de la mano de Jägermeister y de encontrarse en plena promoción de su disco Magic Shape (El Segell, 2016). Justo cuando el éxito iba a llamar a sus puertas. El disco sigue siendo tan adictivo como en la primera escucha.
Yakuzas
Aún no sabemos si la mafia japonesa que se ubicaba en Chamberí ha dejado las armas y firmado el armisticio o se encuentra desaparecida por las montañas a la espera de un regreso más potente. Aún más. Su rock de deje castizo, vomitaba punk con una gracia y una puntería muy propia del foro y nos hacía recordar noches de farra en lugares tan míticos como el Wurli (sí, de esto ya hablamos aquí).
El Punto G de Cristina
En este caso, y lo sentimos por la citada Cristina, sí que podemos decir que su punto G ha muerto. Su paso por Proyecto Waikiki significó (casi) la última actuación en vida de este cuarteto madrileño que se tomó muy a pecho el título de uno de los temas que formaban parte de su último trabajo, «Inflexión». Sus seguidores les siguen llorando.
El Pardo
Vivimos en primera persona la que era la última actuación de Raúl Querido y su proyecto El Pardo, pero aún somos reacios a pensar que nadie le cantará a Albert Rivera como él sabe. Como ocurre con los genios, resulta muy difícil encajar su música en un sólo estilo y quizás el trap político sea el más cercano a su maravillosa marcianada. ¡El Pardo no os vayáis nunca!
Dolores
Y terminamos con esta formación gallego-madrileña que tan sólo publicó un disco (y de la que aún nos acordamos, sobre todo en estas fechas). Shoegaze que encajaba perfectamente con la Movida galega de Golpes Bajos y similares. Su Disco Póstumo fue premonitorio (Origami Records, 2011), pero al menos podemos escucharlo en nuestros peores momentos.