Rememorando HRB #2: ¡jo, qué noche!

Rememorando HRB #2: ¡jo, qué noche!

Han pasado algunas semanas, pero no podíamos dejar pasar la ocasión de homenajear a la segunda edición del aniversario de He Reunido a la Banda. HRB#2 con Camellos, Señoras y Bedeles y Los Estanques.

No sabemos qué llegará en el próximo aniversario de He Reunido a la Banda (HRB a partir de ahora), pero después de soplar dos velas, se hace complicado vislumbrar donde se encuentra su horizonte y con qué nuevas (y sorprendentes) bandas nos llegarán a finales de 2018. Pero no hablemos de conciertos aún sin dibujarse y mezclémonos en la melé que se formó el pasado 6 de diciembre en El Intruso Bar por medio de Camellos, Señoras y Bedeles y Los Estanques.

Con el tráfico censurado en la arteria principal de la capital, servidora y amistades llegamos a El Intruso Bar (local recomendadísimo si te gusta el sonido cuidado) con la bufanda al cuello y los minutos tardíos de rigor inglés sobrepasados. Los primeros en tocar fueron Camellos, esos cuatro tipos que crean armas arrojadizas de destrucción masiva de menos de tres minutos en los que los protagonistas son los zombies vivos y los políticos pasados de rosca. Ay, el punk, ¡qué hermoso eres! No sabemos si estábamos rodeadas de «Gilipollas» que pogueaban las desventuras de «Telmo y Luis», de «Ejecutivo Estresado» que visitan asiduamente los lavabos o de «Becaria» buscando sobresueldos para pagar el alquiler a final de mes, pero los madrileños no dieron lugar a la relajación en los treinta minutos que estuvieron sobre el escenario. Más músculo que el profe Ortega pese a tratarse de la primera toma de contacto. Fue breve pero intenso y su disco sigue encontrándose entre los más escuchados de mi reproductor musical. Dato importante.

La siguiente parada de este viaje suburbano nos llevó a Zaragoza gracias a la propuesta de Señoras y Bedeles, cuyo punk se citaba con el surrealismo de unas letras a las que revisitar cuando se nos acaben las frases lapidarias con las que dejar con el culo torcido a nuestros conocidos. El ambiente seguía caldeado por la subida de tensiones y ardores de los anteriores animales desérticos y el proyecto de Borja Téllez (Los Bengala; siempre a los bombos), Willy y Libi (Tachenko) no paró la maquinaria en ningún momento. Aunque en ciertos cortes se echaba en falta el acompañamiento de un teclado que le aportara un empaque más oscuro y reptiliano, los maños sorprendieron a los presentes con los temas de Cuatro Hermanas, su disco publicado en noviembre de 2017. Supongo que si recuerdo al oscurantismo de Golpes Bajos y el surrealismo de Los Gandules nadie pondrá oposición si ha escuchado en directo canciones como «Feminista parcial» o «Miedo» (por favor, un remix electrónico ya). «Bofil de vocación» serviría de enlace con el último grupo de la noche aunque en directo no fuéramos muy conscientes de ello.

Los últimos en llegar, pero no por ello menos importantes, fueron Los Estanques. También conocidos desde entonces como «Here Comes Your Band». Quien haya escuchado sus composiciones y visionado sus puestas en escena en el local seguramente llegaría al concierto con el miedo a encontrarse con una banda de estudio que después pervierte su magia en el directo y acaba adormeciendo a su público. A no ser que fueran fieles seguidores desde tierrucas santanderinas y supieran de primera mano que el directo de Los Estanques roza la perfección. El público, aunque hablador en exceso, tiende a ser sabio y las expectativas palpables en el ambiente no iban a caer en saco roto. Servidora no es amiga íntima de la psicodelia, pero los viajes dervíchicos que provocan estos cántabros son adictivos. No llegan a la treintena pero su directo asemeja al de bandas veteranas: los ritmos perfectamente marcados, velocidades endiabladas y unas melodías llenas de matices. Los Estanques, igual que ocurre con Los Wallas, son unos seres atemporales, que cualquiera diría que han llegado del pasado para hacernos ver que los clásicos siempre triunfan. Durante todo el concierto, los santanderinos demostraron su profesionalidad y versatilidad tocando palos tan diferentes (y a la vez tan cercanos) como el pop yeyé, el soul o conatos de funky. «Todo lo que tú dejaste atrás» y «Diez Chelines» encuentran una nueva lectura en el directo. Es lo que tiene tener a monstruos sobre el escenario. En definitiva, una delicia.

 

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