Hablamos con Fermín Bouza acerca de la intención tras algunas de las canciones de Terapia, terapia, su recién publicado último disco. Entre otras cosas, el vocalista, guitarrista y productor de Correos también trató de explicar lo inservible del término «indie» como etiqueta estilística.
Para quien no os conozca, contadnos un poco qué es Correos y recomendadnos alguna canción que os parezca un buen punto de entrada en vuestra ya extensa discografía.
Correos es un grupo de música que surge y se canaliza a través de la amistad y de la familia, porque mi primo es el bajista. Surge de la casualidad más absoluta: yo vivía en Madrid y formé un grupo eventual con mi primo y con el batería de su banda habitual para presentarnos en plan kamikaze a un concurso que entonces había en la ciudad de Donosti. Lo ganamos, empezamos a girar y a hacer muchos conciertos, hicimos dos EP y un disco y a partir de ahí la cosa no ha parado y así seguiremos hasta que nos apetezca. En cuanto a nuestro estilo musical… yo siempre digo que para mí todo es pop y el resto de los géneros no existen. Todo es música popular en el fondo: estribillos y melodías. Somos un grupo de pop en ese sentido, con energía en el escenario, con caña. No nos gusta la languidez escénica.
Hay canciones que a día de hoy no podemos no tocar en concierto porque son las que conoce la gente y estas son las canciones de nuestros discos anteriores que permanecen en el repertorio. Del primer disco solo queda «Marte», una de las canciones con las que solemos terminar los conciertos y un tema cañero que en el disco original tiene una colaboración de El Drogas. Del segundo, las que permanecen son «Canción de cuna», «Calles llenas de gente vacía» y «Animal salvaje». Seres tiene como bastiones tres temas: «Todo el mundo necesita un corazón», «Rubicón» y «Jóvenes». De Terapia, Terapia, «No se apaga» me parece el tema más completo que hemos hecho a nivel pop. Y a nivel punk, «Azul y negro», que es la que cierra el disco.
Acabáis de publicar vuestro cuarto álbum —Terapia, terapia (Warner Music, 2018)— pese a ser un grupo de trayectoria relativamente breve. ¿Cómo funciona vuestro proceso compositivo?
De hecho, este disco debía haber salido antes pero las circunstancias lo impidieron y al final ha coincidido con nuestro décimo aniversario: diez canciones y diez años. Podríamos componer bastante más de lo que hacemos pero componemos al ritmo que nos marcan las necesidades temporales. Cuando llevamos un año con un disco en la carretera y vemos que le queda como mucho otro año más, ahí es cuando nos sentamos y nos ponemos a hacer cosas. La mecánica compositiva de Correos ha sido la misma siempre y creo que lo seguirá siendo salvo que nos dé por probar cosas raras. Nos juntamos los tres en el local, empezamos a improvisar y grabamos la sesión. Tengo mi estudio en el local y hacemos eso durante un mes. Luego, como productor del grupo, me dedico a repasar lo grabado y a raíz de ahí genero estructuras que empezamos a tocar juntos y le damos el último toque. Y, generalmente, al final escribo las letras.
El concepto de rock alternativo me parece más correcto que el término indie.
¿A qué os referís en vuestros comunicados cuando aludís a que cultivais un «rock alternativo de masas»?
[Risas] Por suerte, yo no escribo nuestras notas de prensa porque no sabría qué decir. Pero el concepto de rock alternativo me parece más correcto que el término indie, que es meramente algo estructural en el marco de la industria y no una etiqueta musical.
En «La música es eterna» podemos escuchar detalles como sonidos electrónicos de 8 bits y Auto-Tune. ¿Es esto un guiño a la modernidad que criticáis en la canción?
Pretendíamos una cosa que no sé si está conseguida. Vamos a colaborar con un cantante de una banda extranjera que queremos que cante la canción en castellano, y por eso yo pongo un acento como si fuese una especie de británico en Magaluf pasado de vueltas. Es el ejercicio de estilo del disco y un poco friki. Y sí, tiene un punto de crítica a nivel social de esta modernidad 2.0 embrutecida. Además, en un momento dado la canción dice «YouTube huele a incienso, Skype huele a iglesia / los fieles cocreando la realidad perversa», en referencia a lo que dicen algunos charlatanes de nueva espiritualidad y coaches de última generación acerca de que nosotros cocreamos la realidad. ¡Pues qué hijos de puta somos!
«El último verso» cuenta con la colaboración de Gabriel de la Rosa, vocalista de Shinova. ¿Cómo la resolvéis en directo?
Pues la canto yo [risas]. De hecho, ahora en directo solo estamos haciendo «No se apaga» y «El último verso», aunque no es lo mismo que con Gabriel porque no tengo el mismo timbre de voz. Pero me defiendo.
Yo considero a la gente suficientemente lúcida como para no estar de acuerdo conmigo y que le guste una canción mía. Y si no lo son, tampoco me interesa mucho ese público.
En Terapia, Terapia no habéis mostrado ningún temor a incluir mensajes políticos muy poco velados, como en «Azul y negro». ¿Qué pensáis acerca del mensaje que a veces se lanza, insistiendo en que los artistas —músicos, actores, etc.— han de mantenerse al margen de estas cuestiones y dedicarse a «lo suyo»?
Yo no me considero una persona militante pero sí política, y creo que si a alguien le sale hablar de estas cuestiones, debe hacerlo. En todos nuestros discos hay cosas que hacen referencias sociales pero el primer tema muy evidente de crítica política que hemos hecho es «Azul y negro», porque el momento lo requería. El leitmotiv de la canción es que nos están llevando por un camino fácil que la gente va a entender, aunque lo que la gente no va a entender tan facilmente es que son hijos de ministros y cargos franquistas y que nadie les ha echado las cuentas porque no se puede. Y probablemente si esto apareciera en depende qué sitios, a mí me llevarían a declarar a algún lado. Pero callarme al respecto… es que no me apetece.
También está el peligro de ser una banda pop y que parte de nuestro público pueda pertenecer a lo que criticamos, aunque yo considero a la gente suficientemente lúcida como para no estar de acuerdo conmigo y que le guste una canción mía. Y si no lo son, tampoco me interesa mucho ese público.
«La isla de los famosos» vendría a ser una canción de naturaleza similar, con una estrofa dedicada a señalar el adormecimiento y el aborregamiento del que algunos se enorgullecen. ¿Es esto algo que también señaláis en la mencionada «La música es eterna»?
La canción habla de esta típica persona a la que a lo mejor no le va muy bien, vive en casa de sus padres, no tiene la vida que quisiera, piensa que todos los políticos son iguales y que la política es una mierda, tiene el Facebook lleno de soflamas y en el fondo es un conspiranoico. A veces todo esto llega a reducirse al absurdo y de ahí surgió la idea de usar el mito de que todos los famosos muertos viven en una isla.
¿Qué planes tenéis para el verano? ¿Cómo vais a promocionar Terapia, Terapia?
El disco ha salido en mayo y de cara a este verano no hay demasiadas historias aunque, por supuesto, vamos a empezar a promocionarlo. Tenemos algunos festivales que todavía no podemos revelar, aunque el Festival Gigante ya ha hecho público su cartel. En invierno nos meteremos en una gira de salas y volveremos a México, donde estuvimos cerrando la gira de Seres: allí tenemos un público increíble que no esperábamos.
Por último, recomendadnos algún grupo que hayáis estado escuchando últimamente.
Yo siempre recomiendo a Eladio y los Seres Queridos, uno de los mejores compositores de este país. Y en Donosti hay un chavalito joven que se llama Serrulla y que debéis escuchar.
Correos: guía de escucha
Os dejamos con una lista de reproducción que incluye las canciones mencionadas por Fermín Bouza como pilares del actual repertorio del grupo en directo y que constituyen una excelente manera de iniciarse en el sonido de Correos. ¡Dale al play!