Crónica de cerveza en mano y recuerdos en la mochila en la pasada noche del viernes en el Maravillas Club con la visita de Uniforms y la madurez de Labs Trapp. Somos los raros y nada nos puede matar.
Fotografía: María Medina Pons
Dicen que la mejor época es la de estudiante y que el tiempo pasa más deprisa según una va recabando canas. Y no les quito razón. Las semanas se vuelven días, los calendarios sufren de alteraciones horarias y cuando una se para a pensar se da cuenta de que lleva sin pisar el Maravillas Club más tiempo del que la salud pública (y privada) debería prescribir. Menos mal que Labs Trapp y Uniforms hicieron que volviera al templo malasañero antes de la llegada de la canícula.
Quizás ese pensamiento vino en el momento en el que tras saludar a Antoine, siempre atento bajo la escalera, recorrí la sala en busca de una buena Dougall’s y descubrí que la barra clásica me mandaba consumir en la correspondiente a los grifos artesanales. No hay mal que por bien no venga. Mientras realizaba la etapa prólogo ciclista, Uniforms ya daban guerra desde el escenario. Lidiar con el fútbol es complicado, lidiar con el debut de la Roja en un Mundial, se convierte en un trabajo hercúleo. Sin embargo, tanto el público presente (nada desdeñable) como la formación andaluza femenina hicieron que pronto nos olvidáramos de las manos de mantequilla de De Gea. Su reciente fichaje por el sello discográfico Oso Polita les ha sentado como un guante y en la segunda canción ya nos habían encandilado con su noise atmosférico y su perturbadora oscuridad. El shoegaze nunca murió en la escena nacional y bandas como Uniforms con hitazos como «The Vehicle is Invisible» lo demuestran. Sí, es una cover de Swirlies pero Sofia Coppola las incluiría en la banda sonora de su nueva película.
Después de compartir espacio-tiempo onírico con Freddy Krueger, la vigilia terminó con el directo de los toledanos Labs Trapp. Hace dos años de la publicación de Héroes (Zénit) (autoeditado, 2017), cara A de su homenaje (personal y musical) a David Bowie y el camino por el purgatorio sigue quemando círculos después de la publicación de Héroes (Nadir) (autoeditado, 2018). No sabemos si se han encontrado con Dante y Petrarca, viven una realidad paralela (y pastillera) con Trinity o han encontrado la isla caribeña desde la que se ríe de nosotros El Duque Blanco, pero, sin lugar a dudas, se encuentran en su mejor etapa. Y para prueba, este concierto. El barbecho de su eléctrico (antes nos deleitamos con su faceta acústica) rápidamente se vio recompensado por la evolución que el cuarteto paritario ha tenido desde que les conociera en un antro de Herrera Oria años ha. En un show menos hablador del que nos tienen acostumbrados Javi y compañía, realizaron una excursión de ida y vuelta por Héroes y su anterior discografía para deleite de los presentes («Grita» o «Final perfecto» de su primera etapa, «El ruido y la furia», «La herida» o «Los raros» más recientes). Un viaje con petate, juego de voces coral y una pérdida de lo orgánico en favor de una subida de octanajes y un mayor juego con las distorsiones. Gracias Leire por llegar. Al final no hubo perrito piloto, pero sí la sensación de que Labs Trapp sólo tendrán el techo que ellos decidan ponerse.