Ambros Chapel no se desdibujan

Ambros Chapel no se desdibujan

La llegada del verano sirve de pretexto para revisar alguno de esos discos a los que aún no hemos prestado atención, como el cuarto álbum de Ambros Chapel.

Fotografía: Raquel Norte

Nunca sé por dónde comenzar a escuchar una banda cuya discografía ya tiene cierta extensión. Podría citar argumentos a favor de un enfoque cronológico, enfrentándonos a las obras del músico en el orden preciso en el que fueron grabadas. Pero también cabría proceder de una manera más selectiva, recurriendo a los álbumes considerados más relevantes o —solo para los amantes del menudeo— echando mano de lo que Spotify considere más popular. Y, por supuesto, hay una tercera vía: asomarnos al último trabajo publicado para luego avanzar de una manera tan sistemática o aleatoria como nuestras neurosis nos permitan.

En el caso de Ambros Chapel he optado por empezar por el que aún es su último disco, un todavía reciente Portraits (Flor y Nata Records, 2017) publicado a finales del pasado otoño. Producido por Carlos Soler Otte y grabado entre los estudios Millenia, Carcosa y Caléxico, este álbum es nada menos que el cuarto trabajo de la ya veterana banda valenciana, que publicó sus primeras maquetas en 2006. Entre sus influencias declaradas encontramos a los ubicuos The Cure, acompañados por unos Roxy Music que, si no precisamente olvidados, sí son citados mucho menos a menudo por los miembros del gremio. Hay muchos otros ecos fácilmente rastreables y cabría hablar de Echo & the Bunnymen, The Chameleons y demás bandas del lado más oscuro del pop y hasta del post-punk, si bien el principal parentesco no confesado de Ambros Chapel correspondería a Suede: las guitarras con un punto de histerismo de Óscar Vadillo y el amplio registro vocal de Pablo Casero forman un binomio que recuerda inevitablemente al formado durante la década de los noventa por Brett Anderson y —más que Bernard Butler— Richard Oakes. Aclarado el siempre espinoso tema de las filiaciones, Portraits es un un excelente album de pop bien vitaminado, con una sobria base rítmica a cargo de Alfred Sanchis y José Rodríguez sobre la que unas guitarras rezumantes de overdrive exponen sus intenciones enérgicamente melódicas. Estos rasgos se pueden apreciar ya desde la interesante obertura que viene a ser «Mental» hasta la melancólica «August» que pone fin al álbum, sin olvidarse de ofrecer algún momento de reposo como «Déjà vu» —con una intro consistente en el famoso discurso de Philip K. Dick sobre nuestra realidad como simulación informática— o la soberbiamente brillante «Insight». Más allá de lo fácilmente perceptible que en la música de Ambros Chapel resulta la huella dejada por algunos de sus héroes, no es sencillo encontrar fisuras en Portraits y la única duda que este trabajo me ha generado es por dónde comenzar a escuchar el resto de la discografía del grupo.

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