La peregrinación del emergente según Giles Smith

La peregrinación del emergente según Giles Smith

Giles Smith evoca sus días pasados como integrante de The Cleaners from Venus mientras evoca recuerdos en su ¿biografía? Lost in music. Una odisea pop.

  1. Ser propietario de una furgoneta.
  2. Ser propietario de unos altavoces.
  3. Tener acceso a un lugar donde ensayar.

Estas son las tres propiedades que más puntúan para formar parte de una banda según Giles Smith. Y él lo sabe de primera mano. En 1994 el escritor inglés publicó Lost in music. Una odisea pop (publicada veinte años más tarde en España por Editorial Contra), un recorrido biográfico cargado de estribillos pegadizos, cuentos de la lechera y realidades sobre el devenir de los grupos emergentes. O de cómo la industria musical ha cambiado de formato pero no de fondo. Ni superficie.

Con un estilo que reúne lo mejor de Nick Hornby, Joe Dunthorne e incluso la mala baba de Tom Sharpe, Giles Smith crea un muro de sonido que reúne sus gustos musicales innegociables, sus taras consumidoras y su proceso de conversión desde los ojos de un adolescente de Colchester hasta la figura madura (y adulta) como crítico musical. El británico evita caer en la autocompasión (siempre muy presente en los papeles autobiográficos) y no duda en reírse de sí mismo mientras comparte su pasado y sus fracasos. Y es, precisamente, ese apartado el que nos interesa: el del proceso de creación, desarrollo y descomposición de una banda emergente desde el ejemplo de su propia banda, The Cleaners from Venus.

Como bien se ve en Lost in music, el picorcito se hace notar cuando desconoces el color de las paredes de tu cuarto por los pósters de estrellas del pop que forman un perfecto horror vacui y gastas cada libra suelta en la última ganga a la que le tenías echado el ojo en tu tienda de vinilos de segunda mano de confianza (incluso en el caso de Smith se trata de la compra en disco de sus antiguos vinilos). Ese momento en el que tu hermano mayor aporrea la batería y tu quieres acompañarle al teclado. Ese momento en el que te conviertes en seguidor de las bandas locales de tu pequeña ciudad y decides formar tu propio grupo. Es entonces cuando empieza la travesía por el desierto (o no) como la que recorrieron The Cleaners from Venus.

Tocas un instrumento, coincides con otros músicos y empiezas a hacer canciones. El primer local de ensayo y, después, la primera actuación. Tan horrible que das gracias al alcohol por haberla olvidado de tu mente. Si hay suerte, entre el público o por sistema boca-oreja se ha fijado en vosotros algún mánager o productor. Es el momento de replantearse el futuro de la banda, recolocar tu vida laboral y emocional y, seguramente, de los primeros contratiempos. Los primeros engaños y los contratos abusivos. Integrantes de ida y vuelta. Y los primeros sueños. Un golpe de suerte puede colocarte en el mercado suburbano y, ¿por qué no?, empezar una gira por la zona e incluso en algún país exótico. Han pasado más de dos décadas desde que Smith fuera el codirector de The Cleaners from Venus junto a Martin Newell pero los tiempos no han cambiado en exceso. Consciente del potencial de sus primeros temas, su cabeza fue libre y se imaginó como jingle de los supermercados de Colchester, con varias casas esparcidas por lugares benevolentes con el sol y codeándose con lo más granado del panorama musical. Grabaron sus primeras canciones en un antro pero pudieron presentarse en Alemania. Nadie es profeta en su tierra así que podía ser un buen inicio. Luego vendrían las desilusiones. Los casi. Casi te ficha un grande. Casi te compran los derechos de una canción. Casi compartís escenario con dioses. La debacle vino con el segundo disco y la gira sin tu líder antisistema por la propia Alemania. Un rotundo fracaso y un éxito a la vez. Sí, porque Smith sabía que era el momento de intentarlo, de gastar todos los cartuchos y decidir si hipotecarse a la vida común o al adosado en Calabasas. Después acabas comprando una cortadora de césped y la música se vuelve demasiado alta para ti. Juventud, divino tesoro.Giles Smith - Lost in Music

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