Culminamos nuestro ciclo de artículos dedicados a Vulk entrevistando a la propia banda antes de que se apeen de nuestra Lanzadera. Entre otras cosas les preguntamos acerca de su uso del euskera y su último álbum, el potente Ground for Dogs.
En primer lugar y para quien no os conozca, contadnos quiénes sois Vulk, qué hacéis y cuándo fue la última vez que sonreisteis.
No hay mucho misterio, somos cuatro personas que residen en Bilbao que tienen como dedicación principal hacer música y todo lo que ello conlleva. Yo creo que seguramente hemos sonreído todos hace unas pocas horas, no todos a la vez pero hace poco, fijo.
Para bien o para mal se os ha relacionado con el post-punk desde el principio de vuestra carrera. ¿Pensáis que hay algo de cierto en esta clasificación?
Pues bueno, lo que más nos puede gustar de esa etiqueta es que aúna a grupos muy dispares y con unos puntos de vista muy extremos. Ya sea The Pop Group con su rollo funk ruidoso, The Contortions con su free jazz tirando a no wave o Wire con su continua experimentación. Pero por otro lado, otra gente lo relaciona con una temática oscura, lánguida y melancólica con la que no nos vemos muy identificados. Tenemos algún tema oscuro, pero como también tenemos temas luminosos y temas que no sabríamos meter en este binomio cristiano del bien y el mal.
¿Os consideráis parte de una nueva escena musical vasca? ¿Sentís tener cierta afinidad —no necesariamente sonora— con grupos como Belako o Rural Zombies?
No te podríamos decir que haya una escena musical vasca reconocida como tal, hay bandas muy interesantes eso sí. Con Belako tenemos amistad desde antes de que existiese el grupo y tenemos muy buen rollo con ellos. Pero como están en otra liga, tampoco compartimos mucho tiempo con ellos y acabamos rodeamos de otras bandas vascas no tan reconocidas pero igual de buenas.
No tenemos intención alguna de significarnos políticamente cantando en euskera, creemos que es parte de nuestra cultura.
El periodista Nando Cruz cuenta en Pequeño Circo (Contra, 2015) cómo en la década de los noventa muchos grupos independientes vascos usaban el inglés como un pretexto para no significarse políticamente. En vuestro caso, ¿cuál es el motivo que os ha llevado a incluir dos temas cantados en euskera en Ground for Dogs?
No tenemos intención alguna de significarnos políticamente cantando en euskera, creemos que es parte de nuestra cultura y que está por encima de todos esos términos y por ello hemos visto que añadirlo como un recurso más era algo positivo y necesario. Seguramente en próximos álbumes el número de canciones en euskera vaya en aumento.
A propósito de vuestro último disco, el proceso de grabación ha involucrado dos estudios diferentes. ¿Cuál ha sido la causa de esta complejidad?
Pues decidimos hacerlo así porque nos parecía que ambos estudios eran muy interesantes y había que aprovechar las posibilidades que nos ofrecían. Y el resultado final ha sido un disco muy completo y heterogéneo donde puedes encontrarte temas con personalidad y producidos de manera diferente.
La elección de «Behiaren begirada» como sencillo de adelanto parecía anunciar la existencia de diferencias entre el entonces venidero Ground for Dogs y vuestro primer álbum, Beat Kamerlanden. ¿Creéis que hay diferencias importantes entre ambos, en concepto, intención o sonido?
Ha habido un cambio entre ábumes, como lo habrá en el siguiente. Somos un grupo al que le gusta encontrar nuevas formulas constantemente, aunque no sea a pasos agigantados hemos terminado haciendo un álbum más complejo y más variado.
La gente sólo quiere un single potente que parezca una banda sonora de anuncio de colonia y fuera. Nosotros apostamos por el concepto álbum, nos gusta escuchar discos enteros y ver todo lo que nos ofrecen las bandas.
Cada vez más bandas postergan la publicación de álbumes en favor de EP o sencillos. ¿Consideráis que el álbum es el vehículo de expresión definitivo para un grupo de música?
Corren tiempos difíciles para ese tipo de filosofía. La gente sólo quiere un single potente que parezca una banda sonora de anuncio de colonia y fuera. Nosotros apostamos por el concepto álbum, nos gusta escuchar discos enteros y ver todo lo que nos ofrecen las bandas. Quizá por eso nos llamen banda de post-punk oscuro, porque mucha gente no habrá visto que tenemos temas muy diferentes entre sí dentro de cada disco.
Así mismo, Ground for Dogs ha sido publicado en vinilo. ¿Qué papel creéis que corresponde a los formatos físicos en la era del streaming? ¿Son algo más que un refugio para fetichistas?
Pues que siempre está guapo hacer vinilo porque es una pieza de arte guapa, con una portada bien grande, un insert bonito y, sobre todo, que mantiene el romanticismo vivo, que no hay que perderlo, joder, que es muy bonito actuar con el corazón, hostia.
Nos gustan las salas por encima de todo, ya sean de 15 metros cuadrados o de 500.
Este verano habéis sido incluidos en la programación de varios festivales, como el FIB o el reciente Canela Party. ¿Cuál es vuestra opinión sobre este tipo de eventos?
Nos gustan las salas por encima de todo, ya sean de 15 metros cuadrados o de 500. Los festivales son un trámite que hay que pasar y en alguno nos lo hemos pasado realmente bien, pero no es donde nos movemos, la verdad. Ni como músicos ni como asistentes.
Por último, recomendadnos algún grupo de vuestra escena local que os guste y penséis que debería recibir mayor atención.
Hay muchas, están Lester y Eliza, Lukiek, Cecilia Payne o Kris II. Pero la que más atención merece por propuesta y tiempo en activo creo que es Serpiente. Un grupo con una propuesta muy singular a nivel musical, defendida por mujeres y con el euskera como arma.
