Los sevillanos Astropálido nos han acercado su esencia pop rock alternativa con su primer disco Mentiras para contar la verdad. Un trabajo de esencia «tranquilita» que, según prometen, no servirá de precedente para su futuro musical.
¿Sabéis el típico concierto al que vas una tarde de miércoles al salir de currar y del que, sin saber bien por qué, sales completamente renovado? Pues así fue el concierto que ofrecieron Astropálido en la sala Búho Real el pasado miércoles 12 de diciembre.
Para empezar, nada más abrir la puerta del minúsculo local el ambiente era muy de un día cualquiera entre semana, pero estos alegres músicos —abandonados por el batería en esta ocasión— consiguieron trastocarlo por completo en cuanto se subieron al también minúsculo escenario. Que, oye, lo de minúsculo, sin ningún tipo de reproche. Siempre lo decimos o lo transmitimos por aquí: los conciertos en sitios pequeños son mucho más agradecidos y tienen mucho más encanto, así que cuanto más pequeño todo, mejor.
Para empezar, quiero daros a conocer la expresión «taquilla inversa», recurso que utilizó el grupo en este concierto. Se trata de entrar gratis al evento y si te gusta el rollo, darles lo que todos conocemos como «la voluntad». Una solución muy socorrida en los comienzos, aunque estos sevillanos ya tengan un importante recorrido a sus espaldas y lo de «primerizos» se les quedé un poco pequeño.
Desde lejos se les veía venir, y es que si tuviera que definir de alguna manera el concierto que el grupo dio esa noche diría algo así como batallitas acompañadas de canciones. El ambiente recordaba a los típicos locales estadounidenses donde un tipo sale a contar sus gracias en forma de monólogo, sentado (o también de pie) en un taburete con un telón rojo de fondo, y la gente, mientras se toma algo en mesitas redondas con buena compañía, se ríe y pasa un buen rato. El guitarra empezó a contar sus batallitas canallas en Ámsterdam, confesando que estuvo incluso en la cárcel. Así consiguió arrancar a la gente alguna que otra carcajada e integrarles con el grupo, además el tono de voz que tenían, o que ponían, se adaptaba muy bien para crear ese ambiente mencionado anteriormente.
Después, el público ya entrado en materia, comenzó a corear al unísono los «oh oh oh» de la canción «El miedo más grande» que, según indicaron entre risas, era una canción seria. Doy fe de ello. Pero si hablamos de canciones, la canción que personalmente más me caló los huesos fue «Escamas», pues yo me enamoro de las letras. Esta en concreto me dio mucho qué pensar y cuando algo me da qué pensar, me cala los huesos.
Sin duda alguna, he de remarcar que durante el ecuador del concierto, su punto fuerte fue el homenaje a Supersubmarina, con la canción que hace honor al nombre del grupo, acordándose también, por ejemplo, de «Maldita dulzura» de Vetusta Morla.
El tema de despedida como no podía ser de otra manera y para no abandonar la esencia cómica que les caracterizó durante toda la noche, fue «Finales abiertos», muy recomendable.
P. S. El pedazo de videoclip de «Escamas», muy de esencia oscurantista a lo Love of Lesbian.