Por más que muchos se empeñen, los miércoles no son los nuevos jueves. Sin embargo, ello no nos impidió asistir al concierto de Belorado en el Café La Palma.
El concierto de Belorado del pasado 16 de enero supuso para mí una de esas pequeñas aventuras que resulta tan fácil vivir en una ciudad como Madrid pero a las que no tantos nos arriesgamos. Me refiero, por supuesto, a la asistencia al concierto de un grupo novel, ya que cada vez resulta menos habitual considerar la música en directo —más allá del circuito festivalero— como una alternativa válida de ocio. Por mi parte, siempre me ha parecido una gran idea descubrir nuevos grupos a partir de su puesta en escena y en el caso de Belorado realmente no había otra opción: se trata de un proyecto novísimo que aún no cuenta con ninguna grabación publicada.
Sin embargo, esta no era la primera ocasión en que los componentes de Belorado se subían al escenario del Café La Palma. Tan solo unos días antes habían participado en una de las sesiones de micrófono abierto que tienen lugar en esta conocida sala madrileña y que aportan algo de sonido a las desvaídas tardes dominicales, sobre las que la inminente amenaza del lunes ya proyecta su sombra. Vaya por delante que la propuesta de la banda no se limita a discurrir por los generalmente cómodos cauces del pop y el rock, pese a que no resulte ajena a ellos. El blues y, sobre todo, el jazz terminan de conformar un sonido en el que el interés armónico manda y sobre el que se sirven generosas porciones melódicas, principalmente a través de la voz y la abundancia de arreglos de saxofón. Belorado se autodescriben como muy influidos por el cine y no tuvo que pasar demasiado tiempo hasta que ofrecieron su «Blue Velvet Night», en honor a la película casi homónima del director David Lynch. No fue este el único espacio para el homenaje en el sorprendentemente extenso repertorio de la banda y, ya cerca del final, pudimos escuchar una versión de «Walking Spanish», de Tom Waits. Pero antes la banda había interpretado «Front Lawn», un tema propio pero que emplea como base un poema del mismo nombre escrito por Leonard Cohen, si bien suplementado por versos adicionales a cargo del grupo. Esta fue probablemente una de las canciones más distintivas de la noche, con gran presencia de una evocadora guitarra eléctrica tremolada. Pero precisamente el único aspecto de la actuación que encontré reprochable: la escasez de variaciones dinámicas salvo en momentos puntuales, como el relatado o el binomio formado por «Cricket Blues» y «And She Dances». El talante jazz de la propuesta de Belorado se muestra así como poco propicio a la estridencia y al altibajo, prefiriendo en su lugar un engañoso sosiego cargado de intensidad.
El próximo concierto de Belorado tendrá lugar en el Superlativo Bar el próximo 22 de febrero.