La semana pasada el dúo madrileño Leon Impala presentó su primer EP en la sala El Sol y cumplimos nuestra promesa de estar allí.
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Y por fin llegó el 6 de marzo, fecha prevista para la presentación en directo del primer trabajo de Leon Impala. La propuesta de este dúo madrileño se ha preparado a fuego lento, sobre unas llamas alimentadas en parte por los rescoldos dejados atrás por Musgo y proyectos anteriores. Pero si algo define esta nueva aventura musical es la atención al detalle, revelada en el mimo aparente con que se ha tratado cada una de las facetas de la banda: la precipitación no parece formar parte del modus operandi de Leon Impala y estaba claro que el dúo no tenía prisa por dejarse ver sobre un escenario.
De este modo, el recinto escogido por Chema León y Diana Palazón para la presentación de La grieta (Error 404, 2019) ha sido una sala de tanto abolengo como El Sol, cuyo escenario decidieron además ocupar en solitario. Ello permitió que la puesta en escena pudiera cuidarse más de lo usual en este tipo de eventos y, a elementos esperables como la proyección del logotipo de la banda sobre el telón de fondo, se sumaron detalles como la alfombra circular bajo el teclado o la presencia de iluminación adicional. Por supuesto, Diana y Chema no afrontaban solos esta empresa y contaban con una sección rítmica formada por Ester Rodríguez al bajo y Queque Maroto a la batería.
Tras los prolegómenos de rigor, Chema se acomodó tras la cornucopia de equipo dispuesta en el área del escenario reservada para él y comenzó a trabajar en la elaboración de una atmósfera musical sintetizada, a la que pronto se añadió una sutil percusión electrónica y que finalmente acabó por metamorfosearse en una versión extendida de «Los corzos», una de las canciones incluidas en La grieta. La pausa tras esta introducción permitió que la banda se presentara y declarara su intención de interpretar no solo las canciones de su EP de debut, sino algunas otras que formarán parte de su primer trabajo de larga duración. Precisamente el primero de estos temas fue «Cristal», ya conocida tras haber sido interpretada por el grupo en su visita a nuestro podcast, pero con la adición de base rítmica dotándola de una nueva dimensión. La siguió otro tema conocido, una versión de la clásica «Je t’aime… moi non plus» de Serge Gainsbourg, dotada de una intención más atmosférica que la original y en la que Chema empleó por primera vez un arco de violín con una de sus guitarras.
Un par de canciones nuevas dieron paso a «La grieta», reconocible por su introducción de ruido blanco antes incluso de que Diana tocara las tímidas notas iniciales de piano con delay. La batería contó aquí con un sonido de gran solemnidad, gracias al sonido que le arrancaban las mazas y que le proporcionaban matices casi de percusión orquestal. El post-rock continuó con un breve tema instrumental que hizo las veces de interludio antes de la conclusión, a cargo de un tema nuevo que fue presentado como «León» y que sirvió como un apto resumen de la noche: emoción, sonido grandioso y un notable sentido del espectáculo cuya naturalidad hace que me cueste calificarlo como teatral.
