Visitamos el Tempo Club de Madrid para asistir al concierto de presentación de Altamar, el recientemente publicado primer EP de Vila Chinaski.
En los últimos tiempos el Tempo Club ha vuelto a convertirse en una de las salas de referencia del circuito madrileño de música en directo. Así, el pasado viernes 29 de abril albergó la presentación de Altamar (Pasión Records, 2018), el primer trabajo de Vila Chinaski. Tan solo un par de días antes había tenido ocasión de conversar con el propio David Vila al calor de unos cafés, y sentía no poca curiosidad por escuchar las canciones de Vila Chinaski llevadas al directo. De este modo, mi elección de su propuesta como banda sonora para el pasado fin de semana fue algo natural, pese a la abundancia de conciertos que en otras circunstancias hubieran convertido esta decisión en algo más difícil.
Con un notable retraso sobre la hora anunciada, la banda finalmente tomó el escenario del Tempo Club. El cuarteto de músicos que acompaña actualmente a David Vila asumió sus posiciones y arrancó con energía, ofreciendo una tregua al final de la obertura para que el compositor vallisoletano tuviera ocasión de presentar su proyecto. La banda prosiguió con «Costa Brava», uno de los muchos temas no incluidos en Altamar que formaron parte del repertorio escogido para la velada. El componente marítimo es una constante del aspecto lírico de la banda, y «Caracolas» no supuso un apreciable cambio de tercio en este apartado.
Es casi un tópico hablar de las «sorpresas» que tienen lugar en los conciertos y David Vila no hizo el menor intento por mantener un misterio que nunca había sido tal. Por ello, cuando salió a escena el primero de los tres músicos invitados —previamente anunciados y en absoluto misteriosos— que iban participar en la actuación, hubo más aplausos que extrañeza por parte del público. Kiko Sumillera había publicado su propio Jardín sin vigilancia (El Volcán Música, 2019) ese mismo día, pero no tuvo inconveniente en asumir momentáneamente un rol secundario y cantar «Guerra nuclear» junto a David Vila, un tema con un riff de guitarra que por momentos me hizo pensar en «Love Like Blood» de Killing Joke.

La actuación prosiguió con normalidad y «Postales» y «La última» fueron sucedidas por «Lista para el baile». La canción que cierra Altamar proporcionó el momento más íntimo del concierto, con David Vila pidiendo a los presentes que iluminaran la escena con móviles y mecheros antes de acometerla en solitario. La banda regresó al escenario acompañada por Álex —vocalista de Kitai—, dispuesto a dejar su impronta en «Huracán», uno de los temas más señalados de la velada y sin duda el más coreado.

«Arráncalo» hizo las veces de interludio antes de que David T. Ginzo (vocalista de Tuya) subiera para cantar «El glaciar», en su momento el sencillo de adelanto de Altamar. Si bien Álex había contado con la ayuda de una chuleta con la letra de «Huracán» ubicada discretamente a sus pies, David depositó su móvil sobre el teclado con desparpajo, colocándose de medio lado sobre el escenario para consultarlo sin llamar la atención si era menester: triquiñuelas de artista experimentado y cosas del directo.

El final llegó con «Mañana», sin duda la más potente de las canciones de Altamar. El tema despertó no poco fervor en un fidelísimo público, conocedor no ya del único trabajo de Vila Chinaski por el momento, sino de la obra anterior de David Vila. El cantante no hizo ningún intento por ocultar su alegría, despidiéndose de sus seguidores hasta su próxima actuación, que tendrá lugar en el festival Conexión Valladolid.