Venturi + Garbayo en El Sol

Venturi + Garbayo en El Sol

La semana pasada asistimos a la cita madrileña de la Gira Kamikaze, protagonizada por Venturi y Garbayo en la sala El Sol.

Fotografía: Eva Sanabria

El sello Oso Polita —tentáculo discográfico de la promotora Last Tour— está trabajando duro para conseguir posicionar sus bandas de cara a los eventos de un verano cuya cercanía ya se deja sentir. O al menos esa finalidad parecen perseguir las sendas giras conjuntas de Uniforms y Gimnástica de una parte y de Garbayo y Venturi de otra, aunque esta última haya sido dotada de una aparente mayor entidad. Las actuaciones de Garbayo y Venturi han recibido la denominación de Gira Kamikaze y se han programado en recintos de mayor aforo, con la sala El Sol habiendo sido escogida para albergar el concierto madrileño del pasado 25 de abril.

El comienzo de la velada correspondió a Garbayo. Precedida por una grabación de sonidos procedentes de la naturaleza —forestales, vaya—, la banda capitaneada por Ignacio Garbayo tomó el escenario para arrancar con una brillante interpretación de «Busca entre la basura» seguida de «Nitroglicerina». Ignacio Garbayo tiene una amplia trayectoria a sus espaldas a bordo del grupo Zodiacs, aunque para este nuevo capítulo con Oso Polita se ha reinventado como líder de un proyecto de carácter personal: no en vano su nueva discográfica muestra cierta pasión por los nuevos comienzos y los reboots.

Además de los temas del reciente Sonido forestal (Oso Polita, 2018), la actuación de Garbayo recogió canciones como «Kowalski», procedentes de la etapa anterior del cantante y guitarrista. Pero el concierto recorrió principalmente los parajes boscosos de su primer álbum en solitario, desde el rock sin apellidos de «Soy un cerdo» hasta los pasajes impregnados de fuzz setentero de «En el bosque», pasando por una «En la televisión» tan aplaudida como coreada. Garbayo reservó el potencial de «Te dejaré atrás» y «¡Muévete!» para unos paroxísticos momentos finales, en los que terminó por los suelos sin dejar de tocar su guitarra. Sin embargo, la verdadera conclusión corrió a cargo de «una vieja canción de Zodiacs» que resultó ser «Balada de un enterrador». El concierto de Garbayo fue solvente y pleno de oficio, haciendo justicia a una propuesta que rebosa clasicismo rock.

Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo - Fotografía: Eva Sanabria
Garbayo – Fotografía: Eva Sanabria
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En el intervalo que medió entre las dos actuaciones de la velada tuvo lugar un apabullante despliegue de medios, con numerosos técnicos y miembros del personal de la sala dedicándose a preparar con esmero cada detalle de la puesta en escena de Venturi. Los monitores se emplazaron en nuevas ubicaciones, las pedaleras se colocaron en los espacios previamente marcados, los micrófonos se comprobaron y los instrumentos fueron afinados una última vez. Por fin, Daniel, Lucas y Jonás subieron al escenario, comenzando su actuación tras unos breves instantes de desconcierto. Los momentos iniciales sonaron algo envarados y faltos de gancho, aunque las cosas comenzaron a cambiar con «Vienen a vernos» y «Tiovivo», iniciando así un recorrido por eso que los políticos llaman «la senda de la recuperación».

Llegó la hora del relevo, ese momento habitual en los conciertos de Venturi en el que Lucas y Jonás intercambian guitarra por batería en un movimiento que no dejará de sorprenderme aunque lo vea cien veces. Un tema no incluido en en Mi estúpida opinión (Oso Polita, 2018) y presentado como «Cuál es mi socio» fue la canción escogida para el inicio de esta segunda parte, aunque pronto pudimos escuchar algunas de las canciones más señaladas de la banda, como una «Vámonos al centro» que interrumpieron para dedicar un brindis al público. Un problema con el pedal de delay —que Jonás trató de solucionar a puñetazo limpio— impidió que «Juro resistir» sonara con todos sus matices, aunque estos detalles no parecieron importarle demasiado a un público que mantuvo su fervor hasta el final de la actuación, con «Paro mi caballo». He visto a Venturi en mejores días, pero una vez más su carisma quedó patente.

Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
Venturi - Fotografía: Eva Sanabria
Venturi – Fotografía: Eva Sanabria
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