Se ha hablado mucho sobre Carolina Durante para bien y para mal. ¿Pero qué ha supuesto su aparición para la escena independiente?
De siempre he vivido la música con bastante grado de militancia, disfrutando y llorando de emoción cuando alguno de los grupos que me gustaba tenía éxito o era reconocido masivamente. Del mismo modo también me entristecía y, por supuesto, lamentaba una separación o un gran disco celebrado por mí e ignorado por el público.
Por desgracia mis emociones musicales llevan años con encefalograma plano, no solo por la falta de entusiasmo acorde a mi edad, sino también en sintonía con un panorama musical con tanta vida como un filete de pollo congelado.
Por eso Carolina Durante eran necesarios. Tanto como el verano o los fines de semana.
Me da igual si no hacen nada nuevo o no están a la altura de los originales a los que recuerdan, hoy en día son un salvavidas en un océano del perreo, un soplo de aire fresco en la cola de un festival o una cerveza al salir del trabajo.
Sonrío cuando llenan, cuando la gente corea sus temas, cuando tontean con el mainstream cantando con Amaia y esta se morrea con Diego por Madrid. Adoro que se meten con Izal, que crezcan sus haters y, sobre todo, que su base instrumental sea guitarra, bajo y batería. Me encanta que hablen de Malasaña, que recorran esas veteranas calles que muchos años atrás transitaron grupos de mi juventud, que nombren al Nasti, Siroco y Los Claveles, que les molen Belako y Juanita y los Feos. Me flipa que hagan videos geniales, que enganchen, diviertan y se reenvíen por WhatsApp. Disfruto cuando se debate sobre quién es el más guapo, o que apenas sepan tocar. Son jóvenes, deslenguados y no huelen a artificio.
Este grupo es la esperanza para muchos de nosotros que vivimos la música como una bandera.
Gracias.