El tramo preveraniego del ciclo de conciertos Summer in the City continuó la semana pasada con con Aaron Rux, acompañado por Hijos del Trueno.
Fotografía: Eva Sanabria
El festival urbano Summer in the City sigue su curso, acogiendo propuestas de una gran variedad de estilos y proyección. Así, el pasado 13 de junio regresamos a la sala El Sol para asistir a la presentación de Crying Cowboys (El Volcán Música, 2019). El segundo trabajo de Aaron Rux era un disco que esperaba con curiosidad desde que, a finales del año pasado, diera a conocer el primero de sus sencillos de adelanto, un «Sugar Mamma» que seguía algunas de las líneas lounge marcadas en su debut al tiempo que parecía marcar una cierta distancia conceptual.
Hijos del Trueno fueron los encargados de compartir el escenario con Rux aquella noche, exhibiendo una propuesta que no sabría cómo describir sin emplear el término «mestizaje». Tras un arranque a cargo de un tema instrumental de intención incuestionablemente bailable, la presentación de la banda dio paso a un concierto de aires festivos en el que no faltó la rumba. Las dos canciones incluidas en Desde el Mediterráneo (El Volcán Música, 2019) no fueron las únicas que pude reconocer en un repertorio amplio que, además de «Derrumbao del faraón» y «Habanera sin rayos», contó con una reinterpretación del poema «El lobito bueno» y hasta se atrevió con una versión de «De alguna manera tendré que olvidarte», de Luis Eduardo Aute. El final llegó con un tema cantado en catalán que no conseguí identificar, aunque a su término el teclista no perdió la ocasión de tocar unos compases de «La Internacional» a modo de rúbrica antes de que se extinguieran los aplausos.
Finalmente, Aaron Rux salió a escena acompañado de The Crying Cowboys, la banda reunida por el compositor e intérprete estadounidense para dar vida sobre el escenario al segundo de sus álbumes. A modo de probable declaración de intenciones la actuación comenzó con «Crying Cowbows». El sonido era similar a lo ya escuchado en el disco, gracias a la solvencia de una banda formada por guitarrista, bajista, baterista y un percusionista adicional, también encargado de la mayoría de coros y segundas voces. Además de en sus bailes, la peculiaridad de este último componente radicaba en su aparentemente inagotable arsenal de instrumentos de pequeña percusión, entre el que destacó una quijada de vaca —o tal vez de equino, soy de letras— que empleó a modo de güiro improvisado.
Pero mientras contemplaba ensimismado las evoluciones de este percusionista, el concierto de Aaron Rux continuaba su recorrido, con el músico norteaméricano refiriéndose a su sombrero de vaquero al indicar que era necesario tocar country al llevarlo, aunque fuera un country existencial: «Michael and Jane» fue el tema elegido para ilustrar tal afirmación. Uno de los mejores momentos de la actuación llegaría poco después, cuando tras «Sugar Mamma» pudimos escuchar unas «Special Magic» y «Atomic Sunset» que sonaron fabulosas. No obstante, ya comenzaba a barruntar que la presencia de canciones de Pacific Princess (El Volcán Música, 2016) en el repertorio sería meramente testimonial… si es que llegaba a producirse. Y eso fue lo que ocurrió, con Aaron Rux decidido a no facilitarnos el pasaje a bordo de su yate y encarando el final del concierto con «In My Pocket» y «Thirsty For Two». Precisamente durante esta última, amplificación e iluminación dejaron de funcionar, aunque el baterista no perdió un solo compás mientras que el infatigable percusionista arengaba al público para que continuara coreando «oh, oh» hasta que, milagrosamente, el flujo de electricidad se restableció y el grupo pudo concluir la canción. El concierto terminó con la optimista «Summer Wine», dejando claro que Aaron Rux ha comenzado una etapa de su carrera en la que el directo formará parte integral.





