El concierto de Side Chick de la semana pasada puso fin a la programación de junio del ciclo Summer in the City en la sala Siroco.
Fotografía: Eva Sanabria
El exotismo de la formación barcelonesa Side Chick se evidencia en la variedad de procedencias de sus tres miembros: Scarlett es barcelonesa, Eduardo es venezolano y Maïa es estadounidense. Sin embargo, tres son también las canciones que el grupo tiene en su haber y tan parca discografía no me bastaba para hacerme una idea informada acerca de su sonido e intención. De este modo, el pasado jueves 27 de junio no tuve más remedio que dirigirme una vez más a una sala Siroco que este verano se está convirtiendo en nuestro segundo hogar.
La temprana hora anunciada para el comienzo del concierto se reveló tan optimista como cabía suponer y eran ya en torno a las diez cuando el trío asumió sus posiciones. La banda aprovechó para abrir fuego con «Shut Your Whore Mouth», enlazando su final con el principio del siguiente tema, mientras Scarlett y Maïa aprovechaban para despojarse de sus jerseys oversize: mención especial para el maillot aparentemente blaugrana de esta última, en sintonía futbolística con su ciudad de adopción.
«Superman» fue la siguiente canción, presentada por Maïa sobre una versión minimizada de su riff de bajo. Maïa nos reveló además el pasado de este tema como una composición escrita para su primer grupo, confesando que revela tantos anhelos de índole sexual que se nota claramente que era virgen cuando la escribió. El grupo continuó desgranando su repertorio con una solvencia instrumental muy superior a la que suelo anticipar en propuestas de tendencias punk, sobre todo teniendo en cuenta una puesta en escena que contaba con infinidad de pequeñas coreografías y otros detalles de gran impacto visual. El sentido del espectáculo de Side Chick resulta apabullante y no pude sino rendirme ante la puesta en escena del trío. Pero además de este envoltorio, el grupo también cuenta con buenas canciones donde una capa de punk recubre generosas porciones de melodía, por no mencionar la calidad de las interpretaciones vocales de Maïa y Scarlett. Es posible que se produjeran algunos errores individuales difícilmente perceptibles, pero no merece la pena incidir en algo que en absoluto restó interés a lo que sucedía sobre el escenario.
El concierto pareció llegar a su final con «My Love for You», pero el trío no tardó en regresar para ofrecer una interesante versión de «Deceptacon» —el famoso hit de Le Tigre— que acabó con Maïa por los suelos mientras trataba de tocar el teclado. Me avergüenza un poco reconocerlo, pero no fue hasta ese momento cuando terminé de comprender la idiosincrasia del grupo. En ese instante de epifanía —es un decir— finalmente entendí que la finalidad de los teclados de Scarlett no era simplemente la de añadir variedad sonora: la propuesta de Side Chick conjuga la distorsión del pop punk de los años noventa con los aspectos bailables del electroclash de la década posterior. Pero no tuve demasiado tiempo para reflexionar sobre ello porque el concierto ya terminaba, con la banda despidiéndose de nosotros hasta el próximo encuentro, o al menos hasta su siguiente single.