Relatamos la primera edición de Le Fest, uno de los eventos con ambición festivalera incluidos en el ciclo de conciertos Summer in the City.
A la música nacional le faltan muchas cosas. Propuestas con más riesgo. Menos clones de Vetusta Morla. Más mujeres en los carteles de los festivales. Y una mayor apuesta de estos por los grupos emergentes, sin necesidad de recurrir a concursos y batallas de votos encarnizadas.
Le Fest es un pequeño festival que agrupa todo lo que le hace falta a la música nacional. Cuatro grupos emergentes. Todos ellos capitaneados por mujeres. Con propuestas musicales alejadas del puro mainstream. Ninguna banda del cartel copia a Vetusta Morla. Ninguna banda había llegado a ese escenario mediante un concurso.
Nada más entrar por la puerta de la sala El Sol notas una sensación especial. Es una de las salas más antiguas de Madrid. Esas paredes han vivido noches espectaculares y como buenos peregrinos acudimos esperando que nuestra noche sea igual de espectacular. Alerta spoiler: la noche que voy a relatar en esta crónica lo ha sido.
La primera edición de Le Fest arrancó el pasado viernes 29 de junio con el directo de Raro. Unas habituales de nuestro medio, y no es para menos: estas chicas son increíbles. Sus canciones reflejan la pasión de los tiempos modernos, mezclado con un espíritu cargado de una energía muy poderosa y un toque naíf que parece endulzar unas letras cargadas de crítica social humorística. Abrir un festival siempre es un problema, los grupos se suelen hacer los remolones y el público no suele ser puntual. Esta vez se rompió la norma: Raro empezaron cómo un clavo a las 21:15 y el público ya estaba abarrotando la primera fila. Su concierto fue portentoso y un augurio estupendo de lo que se iba a venir.
Igual de puntuales se presentaron Patio Rosemary en el escenario. Armadas con dos guitarras, una batería, un bajo, un teclado y toneladas de grunge. Ellas dicen que hacen «rock de señoras». La energía que transmitieron durante su actuación no refleja eso. Son puro rock sí, pero tienen la energía de un grupo de niños en un chiquipark. Dejaron al público extenuado de danzar, gozar y cantar a viva voz las letras que Vera disparaba desde el micrófono. Son una de las grandes revelaciones de la temporada y no es para menos. Al grito de «otra, otra» abandonaron las tablas. No había tiempo para más, era el turno de Cives.
Cives llegaron dispuestos a hacer arder la sala. Y lo consiguieron. Simplemente con los primeros acordes de la intro el público ya estaba rendido. Poderoso directo el de esta banda que hará las delicias de los más rocknrollas. La banda llegaba a El Sol tras una extensa gira y con el acelerador apretado al máximo. De «Tijuana» a «Incendio», de «Aguardiente» a «Bang bang»; los temas de la banda sonaban en la sala como la plegaría del cardenal en la catedral. No hay mucho más que decir, la sala estaba a reventar y el concierto fue brutal. Seguidlos en redes e id a su próximo concierto. Es la mejor inversión que vais a hacer desde que comprasteis ese Calipo en esa playa de Alicante con 40 °C en el ambiente.
Y con el termómetro a punto de estallar saltaron Echo al escenario. Es glorioso ver una banda que, pese a ser tan jóvenes, arriesgan tanto y tan bien en su propuesta artística. La base rítmica de la banda es más compacta que el Super Glue, y las manos de Pablo al teclado nos hacen viajar a paisajes sonoros realmente estimulantes. Todo rematado con la poderosa presencia de Carmen, una frontwoman creada por el mismo dios del rock a base de una pizca de Matt Bellamy, un poco de sal de Patti Smith, cloruro de potasio de Eva Amaral y un toque de una personalidad arrolladora que es capaz de conquistar cualquier plaza. Estos chicos apuntan muy alto. Tienen tiempo y van sin prisa. El premio les va a llegar tarde o temprano.
Y con ellos acabo Le Fest. Quién sabe, igual el año que viene nos traen a Izal y mis padres se vienen a verlo.
