Concluimos nuestra Lanzadera dedicada a Arista Fiera relatando su concierto junto a La Jetée, en el Proyecto Waikiki más veraniego que alcanzamos a recordar.
Fotografía: Aída Cordero
Este verano se percibe un nuevo afán por parte de bandas, salas y promotoras en plantar cara a la competencia festivalera a través de la organización de eventos de interés. Aún queda por ver lo que deparará el mes de agosto, pero este año Madrid no está dando demasiadas muestras de convertirse en el erial que solía ser en cuanto apretaba el calor. En este sentido, el concierto auspiciado por Proyecto Waikiki en el Maravillas Club el pasado sábado 20 de julio y coprotagonizado por Arista Fiera y La Jetée viene a confirmar que la música no se detiene durante el estío.
Los miembros de La Jetée fueron los primeros en subir al escenario, con su actitud trasluciendo unas evidentes ganas de hacernos partícipes de la emoción de su propuesta. A modo de introducción nos regalaron un tema inédito con menciones a unos «rápidos planetas» que estaban «cayendo p’arriba». Tras esta especie de manifiesto, La Jetée no perdió tiempo y entró en materia con «Silencio en el aeropuerto» y la magistral «Lisboa». Los alicantinos habían comenzado ya con lo más granado de su repertorio y bastaba con apreciar la fiereza de su vocalista Elío para saber que irían a por todas. Sus largos desarrollos instrumentales no llegaron a resultar excesivos y sirvieron para cimentar una intensidad mantenida durante la mayor parte de su actuación, centrada en su último EP —Produce monstruos (autoeditado, 2019)— aunque el final correspondiera a una «Golondrinas» rescatada de su primer trabajo.
Tras un prolongado intermedio, los componentes de Arista Fiera tomaron el escenario para dar comienzo a su actuación con «Lo consigo». La mala fortuna hizo que un problema con uno de los amplificadores de guitarra le diera un sonido menos que estelar aunque el técnico de sonido acudió raudo a solucionar el imprevisto. A partir de ahí, los malagueños sonaron como cabía esperar, con la más que bienvenida adición de unas voces mucho más presentes de lo que su filiación shoegaze hubiera hecho esperar. El componente atmosférico se diluyó ligeramente con este inesperado protagonismo del carácter melódico, pero no creo que ello le sentara mal a la banda: de hecho, las canciones más pop de su repertorio —especialmente «Melo»— se beneficiaron de un tratamiento que las volvía mas accesibles sin que su intención se viera traicionada. El repertorio no solo se detuvo en las canciones del reciente Mi defensa personal (El Genio Equivocado, 2019), sino que realizó alguna escala en Simetría par (autoeditado, 2017) e incluso contó con un tema aún inédito. ¿Quizá un aperitivo de su próximo trabajo? Es pronto para pensar en ello, pero la solidez de la propuesta de Arista Fiera quedó patente también con su puesta en escena y sería estupendo que su música se recogiera en un álbum, ese formato tan demodé para los amantes de las playlists como imprescindible para todo grupo interesado en ser tomado en serio.