La alianza entre Proyecto Waikiki y Talk to Him dio lugar el sábado pasado a una velada synthwave protagonizada por Sunesis y At 1980.
Aunque durante el verano pasado la promotora madrileña Proyecto Waikiki se negó a cerrar por vacaciones, el evento del pasado sábado 12 de octubre supuso la inauguración de su nueva temporada de conciertos. Esta se trataba de una ocasión especial, no solo por la novedad que suponía un cartel de carácter esencialmente electrónico, sino por haber sido coorganizado junto a Raúl del Olmo, la voz tras el podcast Talk to Him. Sería él quien cerraría esta velada synthwave con una sesión de DJ que sucedió a las actuaciones de Sunesis y At 1980.
Pero la apertura de la velada correspondió a Sunesis, respetuosa con la hora anunciada y ante un público que ya comenzaba a llenar la sala. Sunesis es el proyecto personal de Melisa Blomberg, que salió a escena en solitario y equipada con un ordenador portátil y un sintetizador microKorg. La cantante y productora recorrió un repertorio centrado en el puñado de canciones que ha publicado bajo este nombre y en el que también encontró espacio una versión del también productor Emmett Brown, con quien ha colaborado en canciones como «Holdin’ Back». Con todo, resulta difícil no destacar la extraordinaria interpretación vocal de la reciente «The Plan» y, sobre todo, una «Blurred Mirrors» que probablemente es mi canción preferida de su obra publicada hasta la fecha.
La sala estaba aún más llena cuando llegó el momento de At 1980. Este es también un proyecto de índole personal, capitaneado por Adrián Quesada. Sin embargo, para el debut en directo de su criatura, Adrián optó por un formato de trío, reclutando al guitarrista J. Campillo y a la vocalista Camille Glemet. El concierto arrancó con At 1980 como dúo casi instrumental, con Adrián parapetado tras un muro de sintetizadores mientras J. Campillo se encargaba de la guitarra. Resultó algo extraño que las partes vocales de dos de los primeros temas corrieran a cargo de las voces pregrabadas de los colaboradores originales —Dana Jean Phoenix en el caso de «A Thousand Lives»—, causando cierta perplejidad en algunos sectores del público. Los temas puramente instrumentales que los sucedieron sonaron con cierto plus de autenticidad en comparación, especialmente uno de ellos interpretado a dos guitarras. Pero la llegada de Camille terminó de dotar de entidad a la actuación, catapultándola a un nivel superior con su sentida interpretación de canciones como «Play It (On the Radio)». Esta última no solo fue uno de los momentos culminantes del concierto, sino que además fue también su epílogo al ser interpretada por segunda vez a modo de acertado bis. De nuevo Camille fue capaz nuevamente de hacernos olvidar la interpretación vocal original de Josh Dally, transportándonos a unos años ochenta estilizados: una versión alternativa y mejorada de aquella década en la que probablemente Margaret Thatcher y Ronald Reagan no llegaron a existir.