La nueva discográfica El Tragaluz se presentó en sociedad en una fiesta que contó con actuaciones de sus dos primeros fichajes: Vicente Navarro y Karmento.
Cuando hablamos de esa escena musical a la que solemos referirnos con los calificativos de emergente, underground, alternativa o independiente, solemos tener presentes sobre todo a los músicos que la conforman. Pero esta escena no solo se compone de los grupos y solistas que se esfuerzan por descollar y existe todo un tejido industrial que posibilita su existencia: locales de ensayo, salas de conciertos, promotoras y compañías discográficas. A estas últimas viene a sumarse El Tragaluz, un nuevo sello que recientemente se ha dado a conocer en una fiesta de presentación el pasado martes 26 de noviembre en la madrileña sala El Intruso.
Karmento es el alter ego de Carmen Toledo, música manchega que ya cuenta con un primer álbum en su haber y que ha anunciado una campaña de mecenazgo para financiar la grabación de su segundo trabajo. Karmento subió sola al escenario de la sala, aunque su voz y su guitarra le bastaron para defender «Como una trompeta» y otras de las canciones de Mudanzas (autoeditado, 2015), además de nuevos temas como «El amor y la esfera». El desparpajo exhibido por la cantante no le restó ni una brizna de emoción a su concierto y Karmento se reveló como una música capaz de ofrecer sus sentimientos en escena sin recurrir a una innecesaria solemnidad.
El también manchego Vicente Navarro tomó entonces el relevo, acompañado por la guitarra del brasileño Rubens Allan y por Brenda Sayuri a la electrónica. El reciente Casi tierra (El Tragaluz, 2019) es a un tiempo su primer álbum y la primera de las referencias publicadas por la nueva discográfica. La propuesta de Navarro resulta de interés por la curiosa combinación que hace de elementos tradicionales y folk junto con ritmos actuales —de esos que suelen denominarse urbanos—, algo especialmente visible en la fantástica «Toro» que llegó ya mediada su actuación. Pero antes pudimos escuchar canciones como una impresionante «En el río» —con la que comenzó su concierto— o una versión íntima con guitarra y voz del sencillo «Esternón». El concierto finalizó con «La orquesta» y el regreso de Karmento para ofrecer una interpretación de «La manchega en la azotea» donde contó con la ayuda de su propia madre, quien añadió su habilidad con las castañuelas a la percusión programada.
