Iguana Death Cult: post-punk desde Rotterdam

Iguana Death Cult: post-punk desde Rotterdam

Los neerlandeses Iguana Death Cult publican Nude Casino, tercer disco de su prolífica carrera. Doce temas enérgicos con los que combatir el frío.

Fotografía: Tom van Huisstede

Duelo al sol tras engullir cubatas como si el fin del mundo fuera cuestión de horas. Hasta caer fulminado sobre la barra de cualquier antro. Cuanto más costroso, mejor. Y si es un día entre semana, te coronas como el mejor de los crápulas. Siempre hubo clases. La música de Iguana Death Cult consigue hervir la sangre de litros de alcohol, así como recuperar bandas y recuerdos de un pasado inmediato. Un pasado creado a partir de estribillos pegadizos y una pasión por las guitarras que supera el advenimiento a cualquier credo. Así es como los conocimos con «Bright Side», sencillo con el que adelantaron el sonido de su tercer largo, Nude Casino (Innovative Leisure, 2019). Iguana Death Cult ha domesticado su sonido, pero no se han olvidado de sus brotes electrizantes y presentan doce nuevas canciones eclécticas que recuerdan que el quinteto de Rotterdam sigue manteniendo su alma indómita.

«Nude Casino», canción que da nombre al último disco de los neerlandeses, consigue que aparezcas vestido de cabaretera o pianista de pianola y whisky rancio, mientras que en «Carnal Beat Machine» se disfrazan de la sex machine de James Brown en una evolución hacia sonidos más psicodélicos con teclados protagonistas. Camaleones musicales con los que poguear, como si de un trabajador medio de la Inglaterra de los ochenta se tratara en «Spams», embutirse en unos ajustados pantalones y jugar a ser Bowie o Jagger en «Tuesday’s Lament» o ser protagonistas de una persecución salvaje al ritmo de la étnica «Liquify» (y su guitarra eléctrica). Sus temas encauzan su energía y llevan al oyente por una colección de referencias a grupos como The Clash o Dead Kennedys en un camino de una única dirección: un contundente y solvente directo.

Los componentes de Iguana Death Cult parecen ese tipo de personas con las que salir de fiesta o de visita por el parque de atracciones: unos seres divertidos, potentes y con una energía recargada durante horas sólo al alcance de los oídos más activos para poder aguantarles el ritmo en el progresivo de «Nature Calls», corearles en «Chinatown», relamerse con su quiche favorita, «Lorraine», y colapsar con el final de «Castles in the Sky». Una pena que no visiten España en su próxima gira.

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