Edges llega a España para los amantes de los sonidos más oscuros, a medio camino entre el post-punk y el dream pop de sintetizadores.
Fotografía: Eduardo Mesa
Edges (nombre que podríamos españolizar como «Los Abismos») es el proyecto personal de Nick Ruvalcaba. Procedente de Los Ángeles, y recientemente afincado en Madrid como expat, este estadounidense nos trae como regalo un proyecto musical que sin duda va a dar mucho que hablar en el panorama independiente de nuestro país.
La música de Edges es de esas que entra directa a las neuronas a la primera escucha, provocando un cúmulo de sensaciones diversas. Desde las lánguidas —y a la vez coloristas— melodías de los The Cure del Disintegration (Fiction Records, 1989), pasando por el noise pop noventero de Placebo, su sonido evoca una mezcla de nostalgia y euforia difícil de describir con palabras.
Su trabajo más reciente es The Sunsick (autoeditado, 2019), un EP compuesto de cuatro temas mezclados por los productores estadounidenses Zachary Mouton y Ryan Frailich. Publicado en julio del pasado 2019, el EP arranca con los etéreos teclados de la canción «Skyline». Enseguida las notas de bajo te atrapan para llevarte a una descarga de guitarras distorsionadas acompañadas de la particular voz susurrada de Nick.
El segundo corte da paso a la preciosa «Sunsick» donde el autor da rienda suelta a su versión más melódica y pop. La melancolía de sus letras nos arrastra entonces hacia una especie de abismo existencial.
De nuevo los ecos de voz, los ritmos electrónicos y las guitarras post-punk abren el siguiente tema, «Salamanca», donde Nick se lamenta de la poco amable escena musical de Los Angeles, a la vez que expresa su deseo de escapar a Europa y reunirse con su chica, lo que consiguió un año más tarde. El título Salamanca se convierte así en una oda a la ciudad natal de aquella chica que ansiaba, y que actualmente se ha convertido en su mujer. Una historia real con final muy feliz.
Por último, con «Serenade» regresa la energía y una nueva dosis de dream pop que, como su propia letra describe, es a la vez una canción de desesperación y una voz angelical inundando la noche como un resplandor.
Armado tan solo de un bajo, loops y preamplificadores, Nick es capaz de plantarse él solo frente al público y sonar casi como si llevase una banda detrás. Sus conciertos ya están empezando a prodigarse por diversos puntos de la geografía española y, por ejemplo, a finales del pasado mes de noviembre se estrenó en el Fotomatón Bar de Madrid, además de haber actuado también en otros lugares como Salamanca o Torrelavega. Esperemos que próximamente se anuncien nuevas citas y, en ese caso, os recomendamos encarecidamente que, si tenéis la oportunidad, no dejéis pasar la ocasión de verlo!