El cuarteto gallego Agoraphobia presentó a comienzos del pasado otoño Unaligned, un feroz segundo álbum que profundiza en lo oído en sus anteriores trabajos.
Fotografía: Aigi Boga
No sabemos si Agoraphobia ha decidido venir a salvar al planeta, al rock’n’roll o a ellas mismas, pero la escucha de Unaligned (Dotbeat, 2019) te ofrece treinta minutos de descarga sin interrupciones. Una visita a tu especialista de confianza y una quedada con Milla Jovovich en la busca y captura de humanos deshumanizados.
Entrar a grabar al estudio o subirte al escenario sabiendo que, a tu lado, cuentas con un equipo preparado para cualquier batalla, suma. Esa conexión ganada desde sus anteriores discos, unida a la confianza de las buenas críticas conseguidas siempre en sus directos (y gracias a su trabajo), sólo puede traer consigo la ejecución de un disco cargado de matices, ruido y discurso. Y de trabajo en equipo.
Agoraphobia consigue reconstruir el rock en Unaligned sin necesidad de desmembramientos para la galería ni guiños a los más puristas. «Salvation» nos marcaba el camino y Agoraphobia ha logrado superar niveles al ritmo de unas guitarras siempre elocuentes y una estructura bajo/batería que funciona mejor que cualquier pareja de centrales sobre el verde. Y de una voz solista que supera sus interpretaciones en cada directo. Un trabajo coral con el que superar los bandazos que te deparará la edad adulta y buscar a los zombis para los que te preparaba Max Brooks.
Agoraphobia consigue llevarnos por diferentes paisajes sonoros a través de la densa niebla final de «Smokeroom» o con la inminente visita al agujero negro que se cierne sobre nosotros en «Deadly Alive». El puente aéreo dejó de pertenecer a Madrid y Barcelona y ahora su recorrido parte desde Boiro dirección a Seattle. Y viceversa. Las gallegas han conseguido con Unaligned construir una obra sublime, sin fisuras. Un clásico del rock estruendoso y al gusto de aquellos oídos que disfruten del detalle, de reconocer lugares nuevos en cada nueva escucha. Del gusto crítico. De perderse y encontrarse en canciones como «We Own Us», ejemplo de todas sus bondades.