Los madrileños Berlina finalmente han presentado Regresiones en directo, compartiendo el escenario del Costello Club con No Hay Dolor.
Fotografía: Eva Sanabria
Regresiones (Ciudad Oasis, 2019) es un álbum que parece destinado a acumular demoras. Tras el retraso en su publicación, sus progenitores no llegaron a presentarlo en directo oficialmente a pesar de haber actuado en varias ocasiones desde entonces. Finalmente el sábado 29 de febrero fue escogido como el día grande de Berlina, en el que finalmente el grupo iba a dar a conocer el contenido de Regresiones al natural. El trío No Hay Dolor fue anunciado como sus acompañantes sobre el escenario.
Mientras descendía las escaleras de acceso a la planta inferior del Costello Club ya sonaban los primeros compases de «Fantasmas», una de las primeras canciones de Tres (autoeditado, 2019). No Hay Dolor es un trío madrileño en el que la baterista Nata es también la principal vocalista, cediendo el testigo al guitarrista Marco en alguna ocasión —como en la mencionada «Fantasmas»—. El resultado es la siempre intrigante yuxtaposición de fiereza guitarrera y delicadeza vocal, de una manera que me hizo pensar en las costarricenses Las Robertas. «La verdad» fue una de mis canciones preferidas de la velada, con la voz de Nata provista de una cualidad etérea que casi la hacía triunfar por encima del fuzz. La más ruidosa «No sé qué hacer» fue otro de los momentos destacados del concierto de No Hay Dolor.
Los miembros de Berlina salieron a escena con tanta puntualidad como sus predecesores, lanzando «Cuerpos extraños» y «Nueva dimensión» a modo de salvas iniciales. Solo entonces el vocalista Alfonso presentó al resto de la banda, anunciando al mismo tiempo sus propósitos para aquella noche aunque no creo que nadie fuera ajeno a que la presentación de Regresiones era lo que nos había reunido en el Costello Club. A partir de ahí la actuación de Berlina discurrió por los cauces esperables, con bien de ruido guitarrero suplementado ocasionalmente por el sintetizador de Sergio. Presentada como la canción más introspectiva del disco, «Viaje iniciático» supuso un verdadero punto de inflexión con la hipnótica línea emanada del bajo de Sylvain haciendo las veces de un imaginario compañero que nos guiara durante el viaje. Tras ella llegó «LFO», uno de los momentos del concierto que esperaba con mayor interés, junto con una «Lucen sombras» que no tardó demasiado en dejarse escuchar. Tras ella, la banda se despidió con una «Arte encontrado» revestida de cierta solemnidad orquestal que le otorgaban las mazas con las que Toni golpeaba su batería. El grupo no tardó en retirarse al camerino tras haber cumplido su misión: «Regresiones» había sonado al completo. Pero Berlina quería darnos aún más y por la puerta entornada del camerino se veía un brazo cuyos movimientos nos exhortaban a reclamar más música. Y así fue: el cuarteto regresó a escena para ofrecernos «Renacer» y «Desértico», dos temas extraídos de su primer álbum, el igualmente titulado Desértico (autoeditado, 2016). Todo había quedado dicho y los músicos se retiraron definitivamente, con un visible aire de satisfacción.