Escuchamos Krisanteilu, primer álbum de las bilbaínas Serpiente y un disco donde su vocación experimental eclipsa su filiación post-punk.
Tras su debut homónimo Serpiente (Meyo Records, 2018) en formato de EP, este trío de Bilbao publicó hacia finales del año pasado un nuevo trabajo de mayor extensión. Una búsqueda casual no tarda en revelar que la traducción al castellano de Krisanteilu (Humo, 2019) no es otra que crisantemo. Esta flor de usos tradicionalmente funerarios podría apuntar a cierto grado de goticismo afectado, aunque no parece que el trío se tome este aspecto del todo en serio. Y sin embargo, este trabajo de Serpiente es tan oscuro como experimental, con un sonido que hace gala de una crudeza con un punto intencionado de primitivismo que no me atrevo a calificar de lo-fi. La mezcla de Krisanteilu emplaza el bajo a la derecha y el teclado a la izquierda, con la percusión y las voces ocupando un lugar más o menos central. De este modo se reproduce la ubicación de la banda sobre un escenario de manera aproximada, impresión reforzada por la práctica ausencia de instrumentación adicional y casi cualquier otra forma de artificio. La grabación ha tenido lugar en Montreal Studios, con Urtzi Iza y Hans Krüger a los mandos.
Pero más allá de este uso del elemento técnico para evocar sensaciones en el oyente, lo importante de Krisanteilu son sus canciones. Una vez más, euskera y castellano se reparten el componente lírico atendiendo a criterios más bien estéticos y con cierta asepsia política declarada por parte de la banda. Además de haber sido objeto de un videoclip realizado por el propio grupo, «Ixo» fue escogida como el sencillo de adelanto del álbum. La canción funciona muy bien en ese sentido, con sus menos de dos minutos de duración haciendo las veces de un pequeño muestrario sonoro que recoge muchos de los matices mostrados por el trío en el resto de sus canciones. La introductoria «La danza» es la que muestra de manera más clara el componente atmosférico, con «Zira» adentrándose por las sendas más oscuras recorridas por la banda mientras que «Ihes egin» abunda en una experimentación vocal que recuerda a la glosolalia de Elisabeth Fraser, si bien con un punto más afilado. Es posible que la música de Serpiente pueda ser clasificada sin problemas como post-punk, pero la banda se muestra más interesada por buscar una senda propia antes que por seguir unos postulados estéticos determinados.