La llegada de la primavera nos ha sorprendido a casi todos convertidos en hikikomoris involuntarios, de una manera que evoca el comienzo de El eternauta.
Ilustración: Dr. Alderete
Hace ya unas semanas que Netflix anunció sus planes para filmar una adaptación de El eternauta. De este modo, el principal protagonista de ese oligopolio que es el streaming audiovisual se cobra una nueva víctima literaria, aunque la presencia de Bruno Stagnaro como director y Martín Oesterheld —nieto del guionista del cómic original— como consultor no hace temer por ninguna pérdida de argentinidad en la traslación de las viñetas a la pantalla.
Originalmente publicada por entregas a finales de la década de los cincuenta, El eternauta es una de las obras más representativas del cómic argentino y el trabajo por el que recordamos a sus creadores: el guionista Héctor Germán Osterheld —asesinado en 1978 por la dictadura— y el dibujante Francisco Solano López. El eternauta ha sido editado en España en numerosas ocasiones, aunque hasta hace poco una de las ediciones más fáciles de encontrar en nuestras librerías fuera la publicada por la mexicana Editorial RM —con una preciosa portada troquelada—, mientras que la edición remasterizada publicada por Norma Editorial ha pasado a ser la más accesible hoy. No resulta difícil trazar paralelismos entre la situación que vivimos actualmente y el comienzo de El eternauta, con la población de Buenos Aires encerrada en sus domicilios debido a una misteriosa nevada cuyos copos no tardan en revelarse como letales.
La relevancia de El eternauta queda demostrada por la cantidad de artistas para quienes ha sido fuente de inspiración, aunque hoy quisiera destacar el recientemente desaparecido grupo madrileño Espíritusanto. Su canción «El eternauta» apareció en 2013 como un sencillo digital no incluido en ninguno de los trabajos anteriores del grupo, sin que tampoco hallara acomodo en El fondo del aire es rojo (autoeditado, 2014). La probable causa es que este EP supuso la adición de la batería acústica al sonido del grupo, mientras que «El eternauta» había sido grabada con percusión electrónica. La canción quedó así en tierra de nadie, tan aislada de la obra posterior del grupo como el protagonista del cómic homónimo lo está del mundo que lo rodea.