De aquí al cielo: el fulgor de Los Valientes

De aquí al cielo: el fulgor de Los Valientes

Rememoramos por qué es una decisión sensata tropezarse con De aquí al cielo, el primer LP de la banda manresana Los Valientes.

Fotografía: Alex Piquet

Hace unos meses Los Valientes sacaban a la luz su primer trabajo de larga duración bajo el nombre De aquí al cielo (Long Live Records, 2020), tras la publicación casi tres años atrás de su primer EP homónimo, también editado por el mismo sello.

En esta última demostración de talento se encuentran desde influencias punk, post-punk, hasta incluso toques de post-hardcore que convergen en una alienación distópica de influencias heredadas de las últimas décadas del siglo anterior. Estas influencias continúan estando más que presentes en bandas nacionales de nuestros días, como Aliment, Mujeres, Los Bengala, Weak, Los Moths o los propios The Wax, mientras que a nivel internacional encontramos bandas como Girl Band, Shame, IDLES, Fontaines D.C. o Viagra Boys, por nombrar unas pocas de este denso panorama sin fín. 

Entre los once cortes de De aquí al cielo, encontramos desde sonidos más fríos y distorsionados como «Mute and Pure», la propia «De aquí al cielo» o «Young in Nevers», siendo esta última la encargada de cerrar el disco. El cuarteto tampoco reniega de sonidos más bailables y cálidos como «Old Flame Wet City», «Sunshine» o «Hope You Never Know»: estas dos últimas dos cuentan ademáscon la colaboración del amigo de la banda Ricard Cots a los teclados y que atrapan con una rapidez efervescente. Por si aún no se había hecho presente, en De aquí al cielo, la banda hace alarde de cómo la distorsión toma con ellos un carácter y personalidad propia.

Formado por Poli, Roger, Toni y Uri, el cuarteto llevó a cabo la grabación de su primer LP durante una semana en los estudios Ultramarinos Costa Brava. Borja Pérez y Santi García se encargaron de la grabación de estos ritmos desenfrenados y psicóticos. Sin ir más lejos, Víctor García, local del mismo estudio, se encargó de la masterización de estos treinta y cuatro minutos desenfadados. En todo este recorrido abismático, lleno de tinieblas y fulgor por partes iguales, Alex Piquet se ha encargado del diseño y fotografías de este primer disco.

La decisión sensata de todo esto, fue abrir los oídos y dar una oportunidad a una banda que intenta abrirse camino como tantas otras en la escena musical emergente. Dejarse sucumbir por su potencial instrumental y melódico con aires de nostalgia, es uno de esos grandes aciertos de los que no te arrepientes a la larga y que se quedan prendados en la retina.

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