Lanzadera #41: Le Voyeur en los quioscos

Lanzadera #41: Le Voyeur en los quioscos

Nuestra Lanzadera sobrevuela Popnografía, el nuevo trabajo de larga duración recién publicado por Le Voyeur.

Los meses previos a la fecha de la publicación prevista para Popnografía (Error 404, 2020) consistieron en la sucesión de acontecimientos habitual en estos casos. Hasta cinco sencillos fueron extraídos del álbum y a partir de otoño de 2019 pudimos ir escuchando «Los días inertes», «Loop de Prometeo», «Esclavos del pop», «Ikea en Ítaca» y «Democracia». Sin embargo, a la aparición de este último sencillo le sucedió la actual situación de emergencia sanitaria que ha dejado la escena musical en un estado poco menos que comatoso. Pero en lugar de publicar el álbum en unas circunstancias en las que difícilmente recibiría atención o limitarse a devolverlo a un cajón hasta que llegaran tiempos mejores, la decisión tomada fue la de continuar desgranando Popnografía canción a canción. «Vidas concéntricas», «El tobogán de Fellini», «Jardín de las delicias» y «Disculpen las molestias» se sucedieron durante la primavera y el verano, reservando únicamente «Tarantino Resort Jazz Club» como única sorpresa reservada para el momento de la publicación del disco, que finalmente tuvo lugar el pasado 2 de octubre.

Aunque esta manera de dar a conocer el nuevo trabajo tiene mucho de hacer virtud de la necesidad, podríamos decir que aúna el concepto tradicional de álbum con la acelerada publicación de sencillos que se impone actualmente. El goteo de nuevas canciones de Le Voyeur ha durado prácticamente un año, pero el resultado final es el de un álbum concebido en origen como tal y que tiene sentido al ser escuchado como una obra completa, en lugar de una compilación de sencillos de mayor o menor brillo individual.

En varios sentidos Popnografía dista un tanto de su predecesor, Episodio aparentemente letal (Error 404, 2017). Si atendemos a su sonido, encontramos un trabajo ciertamente menos rockero, con la guitarra asumiendo roles menos protagónicos y con una extraordinaria presencia de la electrónica que le confieren unos arreglos complejos, sin resultar barrocos en exceso. Su talante es en su mayor parte abiertamente festivo, debido a los aspectos teatrales que le confieren la voz de Miguel Marcos, líder del proyecto. El sexo es otro de los componentes necesarios de Popnografía, aludiéndose a él de manera abierta («Los días inertes») o más o menos velada («Jardín de las delicias»). No obstante, los sonidos en apariencia juguetones ocultan una profundidad lírica que resulta especialmente visible en canciones como «Democracia» y en la abundancia de referencias de todo tipo —pictóricas, literarias, cinematográficas— que salpimentan todo el trabajo, como tratando de alejarse de la imagen de frivolidad que en ocasiones el pop tiende a transmitir. Esa es quizá la principal virtud de Popnografía, que nace con voluntad de ser un muestrario pop sin renunciar por ello a dar cabida a las inquietudes de su creador, creando en el proceso un complejo imaginario en el que la cultura popular se mezcla con la alta cultura de una manera tan desvergonzada como divertida.

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