Reflexionamos tras la escucha de Multitarea, el EP publicado por Betacam a comienzos de un verano cada vez más lejano.
El EP que ha sacado Betacam este año es de lo mejor de un 2020 que parece que por fin se va a acabar. Siempre hemos convivido con los virus, hasta cogerles el cariño suficiente como para debilitarlos. La confianza da asco, cuando no te mata. Dejarse llevar suena demasiado bien, que decían los Vetusta Morla, que lo siento mucho, pero me taladran el cerebro como el gusano más hambriento atraviesa una manzana. Llamarles cansinos, sería ser demasiado amable con ellos, y ellos con sus melodías y esa voz, que cada vez que la escucho, creo que mi cuerpo va a explotar por el nerviosismo que le crea. Pero yo me refería a un «dejarse llevar» agradable, en el que horizonte se te muestra cercano y claro, y que solo retrocede, en la misma proporción que tú te acercas a él.
Y Betacam es ese horizonte que te muestra una realidad cotidiana que, valga la redundancia, se hace bella cuando la puedes ver a través de los oídos. Su música te trae la paz de lo conocido, la monotonía en la que sorprenderse de una manera distinta. Hay canciones que son originales solo porque sabes que lo que te van a contar, tú ya le habías puesto letra, pero te faltaba la música que lo convirtiera en un arte costumbrista. El más independiente y rompedor de todos.
Una de las canciones de Multitarea (Intromúsica Records, 2020) lleva el título de «Todo el mundo sabe lo que tengo que hacer». Un manifiesto contra los demás. Ya era hora de que alguien tuviera la valentía de hacerlo. Y qué mejor manera que hacerlo utilizando la ironía, para que éstos no lo entiendan. La primera estrofa de la canción dice «Todos tienen muy buenas ideas», te aconsejan para que falles tú, ya tienen comprobado que cuando lo hacen con ellos mismos, el fracaso está asegurado. Las ideas de los demás, como lo dice la misma frase, son las de ellos, y por eso no nos valen, mi mundo es distinto del tuyo, y menos mal que es así. Puede que algunos lo hagan sin mala intención, que crean realmente que sus consejos, que nacieron más muertos que los pensamientos de Albert Rivera, puedan vivir en los demás. Esa fe los hace entrañables, pero también un poco tontos. No le digas a nadie lo que debería hacer, pues a nadie terminarás haciéndolo.
La última de las canciones del EP se titula «Multitarea». «Cuando fue la última vez que disfruté del aburrimiento», mirar la pared en blanco mientras escribo este artículo me relaja, y me hace pensar que no lo estoy haciendo. Cuando vuelvo, veo que casi ya está escrito y que esos segundos de no hacer nada, me han ayudado a coger el último aire. Si no hubiera hecho ese descanso, este texto ya estaría terminado y podría haber empezado con otro que tengo pendiente en otro de los sitios donde también colaboro. Miedo a parar y a no poder hacerlo. No saber qué hacer mientras no paras de hacer cosas. Ser un esclavo porque no te queda otra y porque lo has elegido. Tener que hacer muchas cosas, para no tener tiempo en elegir cual hacer. Miedo a ser libre, a elegir con qué cumplir condena. Tener obligaciones para no tener que pensar. Porque si pensamos, sabremos que estamos haciendo el gilipollas. Y en el tiempo libre, si queda algo, se convierte en un momento con sus obligaciones propias. Hay que ver todas las series de las que habla todo el mundo, aunque tú puede que prefieras escuchar a Betacam, Menta, Detergente Líquido, Joder Juan, Niña Polaca o Helena Goch. Pero vives en sociedad, por desgracia, y hay que hacer porque nos quieran, o por lo menos, nos hagan un poco de caso. El ocio se ha convertido en la peor de las obligaciones para mucha gente. Sed ociosos de verdad, y no hagáis nada, que es cuando realmente sabemos como llenarla de las cosas que nos gustan.