Dos años después de la publicación de su primer álbum, Uniforms han regresado con Fantasía moral, su segundo trabajo de larga duración.
Aunque a veces pueda parecer que escenas como la granadina o la sevillana tienen el monopolio del panorama shoegaze en nuestro país, lo cierto es que este tipo de sonoridades ha hallado terreno fértil en multitud de lugares del territorio nacional: formaciones como las veteranas Linda Guilala (Vigo) o los más bisoños Chloral (Madrid) son buena prueba de que la ubicación espacial no es un determinante sonoro. El hecho de que Uniforms proceda de Andalucía no obligaba a que el cuarteto hubiera de militar necesariamente en la sección más atmosférica del rock, aunque facilita considerarlo como un proyecto afín a otros como Apartamentos Acapulco o Arista Fiera, con los que además presenta cercanía geográfica. En particular, los lazos tendidos con la escena sevillana son evidentes gracias a las colaboraciones mutuas con Martes Niebla: la vocalista Inés Olalla ha aportado su voz en «Sunflower Sea Star», mientras que Uniforms ha remezclado «Reykjavík», sencillo extraído del que será el primer álbum del supergrupo sevillano.
La conexión sevillana de Uniforms no termina aquí, dado que Fantasía moral (Oso Polita, 2020) ha sido grabado por Raúl Pérez en el estudio La Mina, ubicado en Espartinas (Sevilla). El trabajo de producción ha corrido una vez más a cargo de Will Castellano, bajista de la banda y productor de todo lo publicado por ella hasta la fecha. Junto con los escasos dos años que median entre los dos álbumes de la banda, este era uno de los motivos que no hacían presagiar grandes virajes en su sonido.
Así, en Fantasía moral encontramos intactas las señas de identidad que Uniforms exhibió ya en Polara (Oso Polita, 2018): intensidad guitarrera suplementada por unos sintetizadores tan capaces de aportar melodías como limitarse a añadir texturas. La coexistencia de castellano e inglés —a menudo reveladora de indefinición en los grupos noveles— también parece estar aquí para quedarse y a cada idioma le han correspondido cinco canciones, exactamente la mitad del disco. El disco se caracteriza también por una gran abundancia de versátiles medios tiempos entre unos temas que beben de My Bloody Valentine y de Slowdive, tomando el ruidismo de los primeros, la sensibilidad de los segundos y la intensidad de ambos. De este modo, «One Hit Wonder» muestra una energía guitarrera que contrasta con la intención melancólica de canciones como «Selvas en llamas». Otros dos de los momentos clave del trabajo se hallan en los sencillos «Casi famosas» y «Eugenesia», con ambas canciones mostrando el peso de la electrónica en el sonido del grupo así como los momentos de prístina limpieza ofrecidos por la guitarras eléctricas, que contrastan con los descensos al infierno de la distorsión. El álbum se cierra con «Lungs», canción que comienza como un reposado capricho puramente electrónico que gana en intensidad antes de regresar a un piano que hace que Fantasía moral finalice en una nota profundamente melódica. En definitiva, Fantasía moral es similar a su predecesor en concepto, con un sonido quizá ligeramente más pulido y con composiciones tan interesantes como las que podíamos escuchar en Polara. Pero sobre todo, es un excelente disco de confirmación con el que sus autoras dejan de ser una promesa.
Fantasía moral está disponible como un disco de vinilo de color turquesa, en una edición que cuenta con una ilustración de portada realizada por Julia Hita.