El grupo argentino Aguas Tónicas tiende interrogantes humanistas con su nuevo álbum, titulado Disco gris.
Fotografía: Santo Martínez Bilello
Aguas Tónicas es una banda nativa del litoral argentino que está en el ruedo desde 2003. Peligrosamente cerca de los veinte años de actividad, su corazón bombea música con una paleta de intensidades de diversos rangos: riffs enormes, sutileza intimista, percusiones chamánicas, blues post atómico, psicodelia, lisergia stoner, viajes orgánicos setentosos y una aspereza pop aprendida del nuevo rock argentino de la década de los noventa.
Las canciones de Disco gris (Remedio Casero Discos, 2020) abundan en interrogantes de un zeitgeist desorientado perteneciente a una época donde los cambios se suceden sin avisos y con velocidad. Mientras que a nuestro alrededor todo parece sumido en estados alterados, Aguas Tónicas hace música que es un GPS ante el extravío. Las canciones son balizas entre la tormenta sin arrogarse respuestas o soluciones fáciles. Allí radica algo de la fortaleza de las canciones del grupo argentino: mientras el planeta debate problemáticas urgentes mediante retóricas dignas de tribunas de fútbol, aquí los interrogantes profundizan desde un estado terrenal que busca reflexionar de forma colectiva o, al menos, acompañando el arrojo existencial.
Habrá oídos atentos que sabrán encontrar un trazado político en la música de Disco gris, una especie de L’Internationale en clave rockera. No se trata de una línea partidaria, más bien nos referimos a un humanismo necesario en un planeta que tambalea entre desesperación y desazón. En ese sentido, las letras de Disco gris retoman el hilo de Saturno Swing (Discos del Saladillo, 2015), álbum donde Aguas Tónicas retrataba pujas obreras y construcciones colectivas ante un sistema mordaz. Mariano Conti —letrista, cantante y guitarrista de la banda— quizás esté viviendo la etapa más terrenal de su vida. Entendiendo tanto el potencial como la limitación de ser humano, siente devoción por los fenómenos naturales que lo rodean. Desde allí tiende preguntas humanistas sobre su lugar de animal en este panorama global desesperante y, sin embargo, insignificante visto desde una perspectiva mayor.
Mientras que Aguas Tónicas hizo su camino constante algo corrido de la luces del mainstream aspiracional, los años llegaron con una estabilidad tenue que los encontró renovando gran parte de su público cautivo. Un paseo por su perfil de Spotify revela algo sorprendente: la audiencia que comparten en el servicio de streaming los emparenta más a una mayoría de bandas sub-23 que con su propia generación, lo que constituye un férreo comprobante de la renovación que supieron lograr en los últimos cinco años manteniendo su perfil de banda de culto. Al mismo tiempo, en la diversidad de audiencias que maneja el gigante sueco, las reproducciones de Aguas Tónicas encuentran un espacio significativo entre artistas de tecnopop, groove, indie, pop barroco, dream pop y garage. Esos datos fina que arrojan los algoritmos reafirma que, además de la renovación de públicos, la banda supo encontrar su propio espacio en estos tiempos atravesados por la dispersión y la diversidad estética.
Austeramente titulado Disco gris, el nuevo trabajo está compuesto por siete canciones de sonido orgánico que fueron grabadas y mezcladas por Martín Salvador Greco. Tras algunas tomas adicionales y la mezcla en el estudio El Salvador, la masterización del disco quedó a cargo de Estanislao López. La banda grabó el disco durante 2019 en Caballo Manso, un espacio del barrio Echesortu en Rosario, una sala que funcionó como guarida de ensayos y producción por un tiempo extenso. Con la mayor parte del cuerpo de trabajo concluido para inicios del 2020, el golpe de la pandemia se hizo sentir, por lo que la banda se vio obligada a replegar esfuerzos y recalcular sus tiempos. Con la llegada de la primavera (austral) y con un panorama más calmo, finalmente la publicación del material llegó sobre finales del año pasado.
Además de su disponibilidad en las tiendas digitales habituales Disco gris fue editado en casete, un formato novedoso para un grupo que hizo su carrera junto a la vida útil del compacto. ¿Ediciones en vinilo? Es una ilusión latente, especialmente en lo referido al material más antiguo de la banda: su debut homónimo también conocido como Disco verde (Planeta X, 2005) y Canal de amor y confusión (Discos del Saladillo, 2008).
Publicado en un periodo donde las salas de conciertos estaban restringidas por medidas preventivas, Aguas Tónicas todavía aguarda la oportunidad perfecta para presentar de manera oficial el material. Sin embargo, ante las ganas desmedidas de tocar y reencontrarse con su público, Disco gris fue interpretado de manera informal durante el mes de febrero, en una fecha al aire libre en el Museo de la Ciudad, un espacio municipal de la ciudad de Rosario. Para la ocasión —compartida en cartel con el combo post-punk Belarús— la gente agotó las entradas diez días antes de la fecha señalada, demostración fiel del ansia de reencuentro que había por parte de los seguidores.
En la actualidad, con sudamérica padeciendo la segunda ola de la COVID-19, los planes inmediatos para la banda son difusos: más allá del deseo de tocar, la realidad es que el cerco de espectáculos en directo se va estrechando y no hay margen para planificar con anticipación. Por ahora, el disco sigue girando como un dinamo gris que nos electrifica con un magnetismo hipnótico.