Asistimos a la presentación en directo del segundo álbum de Fulcanelli, quienes compartieron el escenario de Siroco con La Isla de Ymarxa.
Fotografía: Eva Sanabria
Aunque el regreso a la normalidad de las actuaciones en directo continúa avanzando, todavía no puedo dejar de considerar algo especial cada uno de los conciertos a los que últimamente estoy asistiendo. El pasado sábado 5 de junio no fue una excepción y visité nuevamente la sala Siroco de Madrid para asistir a la presentación en directo de El universo observable (Polar Records, 2021), el segundo trabajo de los barceloneses Fulcanelli, a quienes habíamos entrevistado en fecha reciente.
El concierto comenzó con algún retraso sobre la temprana hora prevista para su primer pase, si bien los miembros de Fulcanelli no fueron los primeros en salir a escena. La inauguración de la velada correspondió a La Isla de Ymarxa, proyecto en solitario de Raquel Robayna y una de las propuestas que forman parte de la escudería actual de Polar Records. En lugar de presentarse arropada por una banda al uso, Raquel prefiere defender sus composiciones en soledad, equipada con una guitarra eléctrica y una buena cantidad de cacharrería entre la que destacaban un ordenador y un pad de percusión electrónica. A diferencia de la estrategia seguida por la mayoría de músicos que emplean loops grabados en vivo como el eje central de su interpretación, Raquel suplementa estos bucles con secuencias pregrabadas, consistiendo principalmente en bajo eléctrico y alguna percusión.
El sonido de La Isla de Ymarxa se caracteriza por poner el acento en lo melódico, aunque sus canciones no siguen la fórmula pop que cabría esperar, huyendo de alternancias entre estrofas y estribillos para adoptar unas estructuras que bien podríamos definir como progresivas. En la base encontramos las programaciones junto con los loops grabados en vivo, así como las interpretaciones en tiempo real de Raquel: guitarra eléctrica y percusión electrónica, además de su voz. En el repertorio destacaron «Un prado de tela» —la más notable de su actuación, pese a un par de falsos arranques debidos a problemas técnicos— y «Un baile de risas», construida únicamente a partir de loops sin contar con secuencias.
Los miembros de Fulcanelli iniciaron su asalto sonoro con ganas, enlazando el arranque mesurado de «Los puntos cardinales» con el mayor dinamismo de «Nacidos de un big bang» antes de hacer un breve alto para presentarse. Sonaron entonces los primeros acordes de «CYF» y pensé que quizá la actuación se trataría de una presentación en toda regla de El universo observable, incluso siguiendo el orden de las canciones fijado en el disco. Pero el comienzo de «Ahora» no tardó en quebrar mis expectativas, si bien el repertorio continuó estando basado casi íntegramente en las canciones de este segundo álbum. Así es como llegaron «Otro día histórico» y «Donde estábamos tú y yo», con una estupenda línea de bajo sintetizado. «Coda» fue una de las pocas concesiones a los trabajos anteriores del grupo, que no tardó en regresar a su último trabajo con una «Dudar de todo» de la que afirmaron que los definía perfectamente. «Insignificantes fundamentales» cumplió aquí la misma función que en el álbum y puso fin a la actuación con una intensa coda instrumental.
El sonido de Fulcanelli fue francamente bueno, con la voz de Pedro haciendo justicia a lo expuesto en El universo observable y los coros de Saúl complementándola muy apropiadamente. La robustez en la percusión, la versatilidad del bajo eléctrico —procesado a través de una generosa cantidad de pedales de efectos— y el tratamiento sonoro de la guitarra consiguieron interpretar de manera estelar la atmósfera del álbum con la ayuda de una mínima cantidad de programaciones y alzándose por encima de cualquier limitación que pudiera suponer su formato de trío.