El álbum de Emilia, Pardo y Bazán no solo está siendo banda sonora de buena parte de nuestro verano: es sin duda uno de los discos del año.
Fotografía: Lucía Morales
Publicado a finales de la pasada primavera, el primer trabajo de larga duración de los talaveranos Emilia, Pardo y Bazán ha sido uno de esos discos difíciles de pasar por alto en una temporada que ha contado con un buen numero de lanzamientos relevantes. El mal de la juventud (Lunar Discos, 2021) no solo es un disco de debut, sino que al mismo tiempo funciona como un recopilatorio que da fe de la trayectoria de la banda desde sus comienzos hasta el momento presente, excluyendo únicamente el sencillo «Fumata blanca» alegando motivos de coherencia.
Emilia, Pardo y Bazán se muestra en este trabajo como una banda relativamente fácil de ubicar en lo sonoro, con la dificultad consistiendo en añadir los apellidos correctos a la inevitable etiqueta de pop, tan socorrida como imprecisa. El cuarteto se presenta como eminentemente guitarrero, con los pies firmemente plantados en el territorio del power pop, pero contando al mismo tiempo con un afán de experimentación capaz de llevarlos hacia el tropicalismo reguetonero de «La herida», la electrónica de «Ladrones de cuerpos» y hasta el rock urbano de «Madriz central». Como ya mencionábamos en nuestra retrospectiva, la banda está igualmente emparentada como propuestas tan diversas como las de Los Planetas y Joe Crepúsculo, con una inteligencia lírica afín a la de Los Punsetes tendiendo un puente entre corrientes.
Este apartado lírico resulta especialmente importante para el grupo y en él se percibe una doble intención. Por una parte, hallamos una gran abundancia de referencias dedicadas a situar a la banda en la actualidad, anclando el costumbrismo de la banda en el momento presente de una manera que por desgracia cuenta con fecha de caducidad: es posible que dentro de no demasiado tiempo sus referencias a Instagram suenen tan añejas como hoy lo hacen las menciones de otros a MySpace. Por otra parte, la banda no teme posicionarse políticamente, ya sea abiertamente —«12 de octubre», con su más que explícito mensaje— o de manera tangencial —«No Logo», titulada como el ensayo homónimo de Naomi Klein—. Esta falta de pelos en la lengua confiere un valor añadido a una propuesta que en ningún momento trata de nadar y guardar la ropa.
El mal de la juventud está disponible para su escucha en la mayoría de servicios de streaming.