El trío Rata Negra presentó su último disco, Una vida vulgar, en la sala El Sol de Madrid el pasado sábado 11 de septiembre.
El verano va apagando sus luces mientras las salas reabren y rearman sus agendas. Algunos, como la que suscribe, se remangan las mangas de la camisa para retomar la actividad del directo. La Sala 0 ya cayó con La Juventud, Clamores también en compañía de Guadalupe Plata y Mike Edison. Ahora le tocaba el turno a la sala El Sol: Rata Negra presentaban, al fin, su último disco en vivo en Madrid.
Los conciertos de ahora ya no son lo que eran. La puntualidad está de moda y a las 20:30 horas el trío madrileño salió a escena para que todos probásemos su fórmula basada en el punk y los sonidos más oscuros. Rata Negra publicaron Una vida vulgar (Humo/La Vida Es Un Mus, 2021) el pasado 23 de abril, Día Internacional del Libro. Quizás por este motivo su último trabajo funciona como un poemario funesto y de corte costumbrista. Todos los presentes nos encontrábamos sentados en nuestros pupitres como niños buenos. La superficie de la sala se asemejaba a un ángulo recto habitado por hormigas negras, mientras en su vértice aparecían los reyes del terrario. Rata Negra hablan poco pero tocan rápido. Rápido y sintonizados, transformando la maraña de ruido en un vórtice del que no quieres salir (tanto que un par de espantapájaros quisieron erguirse ante sus melodías). Cuarenta y cinco minutos de música sin cortes. Suficientes para salivar. Suficientes para quedarte con ganas de un segundo tiempo.

Rata Negra no perdieron el tiempo con discursos ni monólogos para congraciarse con el público. No era necesario. A falta de poder bailar, sólo queríamos dejarnos llevar por la crudeza de temarracos como «Venid a ver» (toda una declaración de intenciones), «Llorando» o «Maldición». Por la revisión del espíritu punk-apocalíptico de la otra movida. Por desgañitarse y levantar puños desde la silla. El trío madrileño no engaña. Rata Negra se escabulle entre rincones oscuros, encuentra siempre el agujero para escapar mientras recita sus coplas de desamor global. El público nos dejábamos llevar por su ola y coreábamos otros hits como «Desconfía de ese chico» o «Radar de novedades». Canciones apocalípticas secuestradas por melodías pegadizas y unas guitarras tan siniestras como atractivas. Cuarenta y cinco minutos suficientes para calibrar la calidad de la propuesta de Rata Negra. Cuarenta y cinco minutos suficientes para saber que no será la última vez que les vea en directo.
