El año pasado Juárez publicó Entre palmeras, un tremendo disco para viajar a otras épocas y otros lugares.
Entre palmeras fue publicado en el año 2020 por Juárez bajo el sello Lunar Discos. Ese año. El que puso en el disparadero todas las carencias y sacó a relucir nuestras emociones más preciadas. El último disco de la formación navarra, paradójicamente, funciona como un álbum de fotografías. Recuerdos sentimentales de lugares en los que fuimos felices a manos llenas.
Durante cuarenta y cinco minutos, Juárez nos lleva de ruta por sonidos fronterizos de sabor añejo. No hay más que iniciarse en su escucha y dejarse llevar por el alma yeyé que se desprende de su primer tema, «El sol en movimiento». Un chute de adrenalina que nos ofrece el pasaporte a la máquina del tiempo. No sólo por estos coqueteos con el pop más clásico, también por su gusto por melodías cercanas a gigantes como Supergrass («Champagne francés» y la columna vertebral de ese bajo); OMD y Nacho Vegas se echan un pulso mientras suena «Cielo gris» y el bueno de Villanueva es invitado a la cena en «El día que todo empezó a temblar» (posiblemente una de esas canciones que consigue que te compres el disco únicamente por repetir una y otra vez su estribillo). La preciosa portada del disco encuentra voz y música en «Escafandra vol. II» y nos muestra otra cara del Palmeral de Elche: una puerta abierta a los sonidos más rock y blues del grupo navarro. Juárez nos incita a recorrer en moto paisajes desérticos y áridos mientras oímos «Vendiendo cruces» o montarnos en veleros al ritmo de nostalgias como «Al mar». Nudos en la garganta en «Estrella negra» que, sin embargo, pronto se convierten en un derroche de energía noise en la fulgurante «Entre palmeras». O en la inconsciencia de la última noche festiva en aquel sitio de paso como nos recuerdan las melodías de «En la madrugada» y «La guerra de los mundos». Una distopía sonora que sólo atiende a la propia imaginación de quien escuche.
Entre palmeras suena a la Ruta 66, a los naranjos en flor y a las pulseras que consiguen fundir tu cerebro a base de mojitos eternos. A reuniones en terrazas extendidas, tiempos perdidos frente al horizonte marino y madrugones serranos con los pulmones llenos de oxígeno oxigenado. Juárez ha conseguido plasmar unas vacaciones ideales (o no) en apenas cuarenta y cinco minutos. Crear una banda sonora perfecta para un viaje salvaje. O para el fin del mundo.