El pasado viernes acudimos a la segunda de las citas madrileñas de Niña Polaca en la sala Cool, en esta ocasión en compañía de Peligro!
Si echamos la vista atrás para observar el recorrido del cuarteto madrileño Niña Polaca, sería fácil verlo un caso paradigmático de trayectoria ascendente, un cursus honorum en el que la banda ha recorrido todas las etapas importantes a razonable velocidad. Sus primeros sencillos fueron sucedidos por un EP, mientras que su incipiente éxito de público probablemente tuvo que ver con su fichaje por Subterfuge Records, gracias al cual recientemente han publicado su primer álbum. La intrahistoria de la banda incluye muchos otros capítulos, pero a simple vista se trata del relato de un éxito sobre el que es difícil proyectar sombras.
A pesar de haber seguido la trayectoria de la banda desde sus no tan tímidos orígenes, todavía tenía pendiente ver a sus cuatro componentes sobre un escenario: en el único concierto al que había podido asistir hasta fecha reciente la banda compareció en formato de trío debido a la ausencia por fuerza mayor de su guitarrista Sandra. Por eso, prácticamente me abalancé sobre la oportunidad de ver a la banda en directo con motivo de la presentación en directo de su primer álbum Asumiré la muerte de Mufasa (Subterfuge Records, 2021). Las entradas se agotaron a los pocos días de su puesta a la venta y a la fecha inicial prevista para el 12 de noviembre se añadió un concierto adicional el día 11.
La primera sorpresa del concierto fue la presencia de Peligro! como primer plato de un menú que se había vuelto inesperadamente más sólido. El trío mallorquín no era meramente un «artista invitado» en el día grande de Niña Polaca, ya que también cuenta con un primer álbum recién publicado —Coronas y lamentos (Subterfuge Records, 2021)— que también estaba falto de presencación. La banda exhibió un estupendo estado de forma al que contribuían tanto su exuberante presencia escénica como la contundencia de su sonido, llegando a recordarme en algún momento a las castellonenses Lula. Pese a no estar íntimamente familiarizado con el repertorio de la banda, un buen número de canciones me hicieron mella: desde una «JDT» que sonó cerca del principio de la actuación hasta «Sangre y puñal» o «Uh uh uh», ya cerca del final de su actuación.
Los miembros de Niña Polaca salieron a escena precedidos por un clima de gran expectación, con buena parte del público coreando el nombre del vocalista. El escenario había sido dispuesto para ellos, con una escenografía consistente en cierto número de cajas de cartón apiladas y decoradas con citas de las letras de sus canciones, así como un par de esqueletos de plástico, remedando una especie de almacén de Amazon posapocalíptico. Pero Niña Polaca no se hizo de rogar demasiado y disparó una primera salva consistente en «Máster en imbécil» seguida de «Mañaca»: el grupo empezaba fuerte y el público estuvo a la altura, coreando a voz en cuello cada uno de los «pues te vas a la mierda» proferidos por Surma. Antes del comienzo de «Pdr Sanchez» la guitarrista Sandra arrojó al público algunas caretas con el rostro del presidente del gobierno, aunque no estaba lo suficientemente cerca de las primeras filas como para comprobar si alguno de los asistentes se animó a lucirlas. Un par de ellas acabaron tapando las calaveras de los esqueletos de atrezo, mientras un reivindicativo miembro del público se dedicaba a enarbolar una pancarta donde había escrito el estribillo del tema, reinterpretado a su manera. El ambiente ya estaba sobradamente caldeado, aunque el paroxismo llegó de manera inesperada con una «Mary the Queen» que despertó el fervor del público.
A ritmo de vals llegó la estupenda «Garabatos, despedidas», sucedida por la mucho más gamberra «Donne me de boire». De este modo los éxitos de la banda se iban intercalando con las canciones de su flamante nuevo álbum, resultando en un extenso repertorio. La gran sorpresa llegó cuando las tres compañeras de Sandra en Ginebras subieron al escenario para interpretar «Magaluf», una canción que no por anecdótica resultó menos efectiva. Aún así, la banda reservaba algunas de las mejores canciones del álbum para la traca final, consiguiendo hilvanar «Ivona (Voy a decirle a mi madre que la quiero)», «Nora» y la esperadísima «La muerte de Mufasa». No obstante, el concierto no podría haber finalizado con una canción que no fuera la quintaesencial «Madrid sin ti», durante la cual se produjo una invasión del escenario como he visto pocas. Finalmente Sandra tuvo que implorar a los espontáneos que descendieran para que el escenario no se cayera. Como colofón, la banda aprovechó los minutos finales para interpretar una versión nada menos que de la catecumenal «Padre nuestro», de Mari Cruz Giménez. Entre pogos y recuerdos de la catequesis el concierto llegó a su final, dejándonos con el recuerdo de una experiencia musical tan intensa como difícilmente mejorable.
