El pasado viernes el Alpargata’s Tour de Sugarcrush llegó a Madrid con una parada en El Perro de la Parte de Atrás del Coche.
Fotografía: Eva Sanabria
Ya habían pasado casi tres años desde la única vez que había podido ver a Sugarcrush sobre un escenario, si bien en aquella ocasión el grupo se vio forzado a comparecer en formato de dúo debido a la reciente paternidad de su bajista. Desde entonces la banda ha publicado su primer álbum —Discazo (autoeditado, 2019)—, además de haber seguido batiendo el cobre con un aparentemente interminable reguero de sencillos. Por ello, la última cita de una gira jocosamente denominada Alpargata’s Tour era la ocasión de ponerme al día con las últimas fechorías de la banda y el pasado viernes 26 de noviembre no pude evitar encaminarme a El Perro de la Parte de Atrás del Coche para acodarme una vez más en su barra mientras aguardaba la salida a escena de los ciudadrealeños.
Tras una breve presentación («Somos Sugarcrush, a ver qué tal lo pasamos») los músicos comenzaron con su actuación, enlazando «Tu opinión», «Sol y calor» y «El cantante de Maná» a modo de muestrario de lo que cabría esperar de la velada. El pop punk de Sugarcrash inundaba ya la sala y algunos asistentes ya se habían lanzado a corear «El cantante de Maná», con una timidez inicial que no tardaría en desaparecer. Sería harto farragoso enumerar las canciones interpretadas por Sugarcrush aquella noche, ya que el repertorio incluyó la practica totalidad de su producción con una exhaustividad que no dejó fuera ninguno de sus temas señeros. Durante la actuación el flujo de distorsión y cachondeo se sucedió de manera incesante, con grandes momentos como «Tío mierda» o «José Mari», uno de mis temas preferidos y donde el vocalista se las arregló para deslizar una pulla sobre lo bien que en Madrid nos sabíamos el himno de cierto partido político. Pero más allá de lo resultonas que sonaron canciones como «Cumpleaños» o «Espinete», destacó el gran número de temas todavía inéditos con los que cuenta la banda: la paródica «Un mal día», una canción dedicada a Jorge Berrocal y María José Galera («una historia de amor que conmocionó España hace veintiún años»), otro más dedicado a Concha Velasco (alias Conchita Velasco) y hasta uno dedicado a los nostálgicos de la peseta. Todo ello sirve como testimonio de la voluntad de la banda de encontrar el humor en cualquier tema sin ni siquiera sentir temor a llevar a cabo un cierto posicionamiento político, algo que es una verdadera némesis para muchas bandas.
La traca final consistió en «Fiesta» —dedicada por la banda a Mikel Izal tras hacer una referencia al reciente artículo publicado en El País—, «El verano» —con la usual parafernalia de Ramón García— y «Los festis», que no solo subraya la idea expuesta por Sugarcrush de no haber venido a la música a hacer amigos, sino la voluntad de divertir a su público. Siempre ha habido una cierta tendencia a no tomar en serio a las bandas que incluyen el humor entre las principales armas de su arsenal, pero sería un error colgar a Sugarcrush un sambenito de «grupo de cachondeo» sin mayores pretensiones.
