Diamante Negro publica su primer trabajo de larga duración, «Deseo querer»: un disco orográfico, intenso y pulsional.
Diamante Negro iba dejando migas de pan para que no le perdiéramos de vista. Pistas que atendían al nombre de «Futuro incierto», «Cobi», «Poliamor» y «Buenas noticias». Mientras estos sencillos avivaban la llama, el trío seguía fraguando el que ha sido su primer largo, Deseo querer (Intromúsica Records, 2021). Un disco orográfico, intenso y pulsional.
Diamante Negro se adentra en valles profundos y picos inexpugnables. Unos picos que te dejan con la sensación de poder comerte el mundo, ser el rey de la selva y la persona más influyente del mundo. Unos valles sombríos que no tapan la luz del sol, te sumen en un pozo sin cuerda y te hacen habitar entre tinieblas. Un buen ejemplo de esta multiplicidad de sensaciones se disfruta desde el primer corte, De verdad, un tema introductorio a la piel de este trío barcelonés. Diamante Negro muda, se pervierte en el punk más ruidoso y, a continuación, en unos seres sensibles que se agarran al desamor para lamerse las heridas. Pero no sólo eso.
Deseo querer ha sido grabado en Arc Voltaic, el feudo musical de Diamante Negro, y producido por ellos mismos. Esta manufactura sonora no sólo revisita los sonidos punks más arcaicos; también se arrebata con el noise, el grunge o el pop sesentero. No hay más que dejarse camelar por «Luna Llena» (uno de sus temarracos más soberbios), «Ser Kennedy», la reversión de «Ansiedad» o «Viernes» (caramelo envenenado). A lo largo de los catorce cortes que se encuentran en Deseo querer, Diamante Negro nos habla con crudeza y desencanto de los nuevos tiempos, las realidades presentes y los futuros inciertos. De los amores sociales y los desamores fotografiados. De las juventudes pervertidas y los sueños rotos. De vivir deprisa, deprisa.