El conjunto gaditano Detergente Líquido regresa al largo con Contumacia en primavera. Poesía costumbrista rebuscada en nuestras miserias.
Detergente Líquido, sin saberlo ni quererlo, se han convertido en los cronistas oficiales de la clase media del siglo XXI. La clase media musical. La clase media social española. La de los cálculos a fin de mes. La que da gracias si mantiene su trabajo treinta días más. La que se ha resguardado en la introversión durante los últimos meses. Por ello, esta línea excesivamente melancólica que marca su último trabajo, Contumacia en primavera (autoeditado, 2022), no extraña. Así nos ha venido la vida.
Si con su anterior largo, Con miedo al amor por las personas sin tiempo (autoeditado, 2018), los gaditanos mostraron su cara más revulsiva, el quinteto retoma su versión más descarnada en su mar de la tranquilidad. Su vuelta a los ritmos pausados (con la excepción del sencillo «Corre, Kosecki», la noventera «Un desastre que pudo ser un estorbo» y la excelsa «¿Has escuchado la radio?» que finaliza este microrrelato) llega con más arrugas en los ojos y callos en sus manos. Con una mirada (aún) más cruda y perdida toda ingenuidad. Detergente Líquido continúa con su proceso de maduración natural y, como es obvio, los dos últimos años han pasado factura en sus creaciones.
«Paseo desde la cápsula», «El silencio detrás» o «Nuevos contenidos» aparecen solemnes como aquellos escenarios que todos sufrimos al inicio de la pandemia, como si fuéramos Eduardo Noriega con menos cabellera. Como si en cada salida no quisiéramos abandonar ese cine incompleto porque nuestro hogar lo estaba aún más. No había resiliencia, había encapsulamiento. Detergente Líquido, como no podía ser de otra manera, se sirve de su facilidad para crear escenas costumbristas y generar nuevas realidades en este mundo (casi) apocalíptico. Vuelve a posar el foco en nuestras matrimoniadas (con cierto gusto a la electrónica en «Igual cuando te vayas»), en amigarse con misántropos como Salinger o Proust (la palmeada y crítica «Naturaleza y sociedad»). Dramas de sobremesa y demonios internos. Cambios de personalidad y nuevos engranajes mentales. La ansiedad. La dejadez. Las dudas. Las crisis propias, las de pareja y las de la década vivida. «Telegrama»(s) emocionales y fracasos vitales propios que se convierten en universales. No somos distintos, pero sí somos los únicos que importan aquí y ahora.
Detergente Líquido continúa en Contumacia en primavera con su crónica no oficial del ser común universal. Once temas de pop clásico que combinan sus coqueteos con la electrónica (y los sintetizadores, cada vez más protagonistas) y su facilidad para crear poesía rebuscando en nuestra basura más detrítica.