Sonidos de verano: Chaqueta de Chándal

Sonidos de verano: Chaqueta de Chándal

A Chaqueta de Chándal ya no le gusta el futuro como cuando se era niño. Y nos lo relatan con pelos, señales y psicodelia grunge.

Corremos como pollos sin cabeza mientras nuestra mente nos hace creer que llevamos una vida sana y equilibrada. Como mandan los cánones, los padres y las redes sociales. Echamos monedas a todo lo que se nos ponga por delante, pensando que el crédito es finito mientras hipotecamos casa propia, familiar y lo que se nos cruce de por medio. Creyendo que podemos iniciar la partida cuando se nos antoje, que todo será un mal sueño como el de Antonio Resines. Creyendo que el futuro molará más que esta secta de corbatas, pastillas y horarios de las que no nos despegamos.

Hay que tener cromosomas,
hay que tenerlos muy gordos.

Chaqueta de Chándal se encarga, como los buenos amigos, de darnos unas cuantas hostias despejadoras para aclararnos las ideas. Nos las pone por escrito y nos cede el bolígrafo para firmar nuestro contrato indefinido con lo que se espera de nosotros. Futuro, tú antes molabas (Bankrobber, 2022) no se trata de un vulgar juego de estilos, ni tampoco de un experimento creado desde la mente de tres chalados. El último disco de la banda barcelonesa aparece como el decálogo de nuestro entorno. De lo que odiamos y a lo que nos agarramos sin saberlo. Desde la psicodelia más experimental hasta el rock más sucio y directo. Temas tan actuales como la adicción a las pastillas (del tipo que sea) o del cansancio acomodaticio para buscar salir de perfil en la foto aparecen como protagonistas en canciones como «Vademécum» o «La Conquista del Champán». De la brecha ética con la casta política al viaje al interior de la mente de malvados mundiales («Tutorial para villanos»). Hay que tener cromosomas, hay que tenerlos muy gordos.

Chaqueta de Chándal, a través de su facilidad para la ironía en sus letras, no descuida la contundencia rítmica. Se sirve de un estilo tan fluctuante como la psicodelia (más grasienta) para darnos altas dosis de realidad en Futuro, tú antes molabas. Diez canciones que llegaron a nuestros oídos en enero; no como regalo de Reyes y sí como recordatorio de la cuesta de enero. De la cuesta hacia la senectud («De mayor quiero ser viejo») y el viaje intergaláctico hacia la fauna política («Presos y políticos y viceversa»). De la exigencia a posicionarse y a buscar el conflicto («Tú a Boston y yo a California») a los mazos dando de la iglesia católica apostólica romana («Queremos ir a misa»). Como recordatorio de la mochila que vamos cargando año tras año («Los stories de Unabomber»).

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