Coco Wine se despide de los conciertos y directos de 2022 en compañía de Jazmín en el madrileño Trashcan Music Club.
La noche del pasado sábado 22 de octubre diluvió lo que no está escrito en Madrid. Las lluvias limpian el aire y convierten a los jóvenes en seres huraños que prefieren pernoctar en su casa que salir a divertirse fuera del hogar. Menos los seguidores de Coco Wine. Los palentinos celebraban su despedida de 2022 en compañía de Jazmín en el Trashcan Music Club y nadie se lo quiso perder.
A la sombra, agazapados en última fila, nos colamos entre Ramones, Blondie y la salida a los baños en la laberíntica sala. La ocasión merecía aguantar el chaparrón de fuera: se celebraba la despedida de Coco Wine en directo en 2022. Y no fui la única que lo pensó porque la sala contó con una entrada muy interesante. Las bandas no quisieron hacernos esperar y puntuales sobre el escenario apareció Jazmín, trío de rock que quiso mover los cimientos desde el inicio con una propuesta similar a Cala Vento con las pistas revolucionadas y pasada por el aro del punk más oscuro. Eso sí, por favor, qué difícil es dar con vosotros por redes sonoras.
Tras la media hora de calentamiento con Jazmín, Coco Wine subió a los cielos del Trashcan para celebrar con los presentes su fin de año en vivo. Porque si se han puesto de moda las despedidas de casamiento, ¿cómo no festejar un fin de año un 22 de octubre? Era un día grande y no defraudaron. Cuarenta y cinco minutos de rock, actitud y muchas ganas de pasárselo bien (ellos, nosotros y todo el que quiera echarles una oreja). No importa si Carmen lleva la voz aguardentosa, si algún problema técnico hace que se ralentice el show. Si eres más de las canciones de Capital (autoeditado, 2021) o de los nuevos éxitos que han ido publicando con el paso de los últimos meses. Coco Wine te rapta y te lleva a su Matrix particular. Te pasea por sus antros nocturnos de frenesí y descontrol, por las fiestas capitalinas, los alquileres inviables y la llegada a final de mes con la espada de Damocles a centímetros de tu vampírico cuello. Se divierte por «Gabanna y Malasaña», con el «Trío de ases» e, incluso, en «Madrid en septiembre». La rabia se vuelve garage descontrolado en «Espíritus malignos» (sí, lo reconozco, es mi ojo derecho) y las versiones fluyen con fuerza lanzando mensajes a Galicia («F.o.l.l.a.r.» de Navidades Carminha) y a las posesiones generaciones perdidas («El imperio contraataca», de Los Nikis). El arte acaba presentándose en unos agradecidos bóxers tintados y las dedicatorias preceden a sus últimas vivencias («Ya no» y «La última vez»). El tiempo ya no se cuenta en minutos: ahora lo marca Coco Wine con su rabia del nuevo milenio y sus ganas de comerse el mundo. Y con su club de fans subido al escenario para nananear el final de «Madrid en septiembre». Coco Wine son tus padres. Y lo sabes.