El jueves pasado visitamos la sala La Paqui para asistir a la presentación en directo del nuevo trabajo de Kitai.
Fotografía: Eva Sanabria
Ignoro en qué momento la sala But cambió de nombre, aunque confieso que la primera vez que oí que había pasado a ser conocida como sala La Paqui no pude evitar recordar el título de cierta serie de televisión. Pocas cosas han cambiado en el recinto aparte de su denominación, aunque la relativa puntualidad de Kitai no permitió elucubrar al respecto durante demasiado tiempo. Esta no era la primera vez que veía en escena a la banda, aunque la actuación que recuerdo más vivamente es aquella ocasión en que consiguieron tocar durante 24 horas seguidas, alzándose así con un record Guinness. Pero el motivo de la convocatoria del pasado jueves 23 de marzo era bien distinto: el cuarteto madrileño presentaba en directo su tercer trabajo, explícitamente titulado No somos tu p*** banda de pop (autoeditado, 2023).
La banda no se hizo esperar durante demasiado tiempo y pronto la música de la sala se desvaneció, siendo reemplazada por el reconocible tema central de la banda sonora de Tiburón (1975). El tema de John Williams no tardó en desaparecer mientras los miembros del cuarteto salían a escena y ocupaban sus puestos antes de emprenderla con «Pero sí, pero no». Un problema técnico forzó la sustitución de la guitarra de Eduardo, pero este fue el único incidente destacable del concierto: «A bocajarro» sonó a la perfección, marcando la que sería la tónica del resto de la actuación. El músculo rockero de Kitai no impedía que la banda exhibiera su destacado talante melódico con un punto de amor que asoma en temas como «KFC». Tras esta última canción la banda por fin hizo un alto para saludar al público y esbozar la misión que los había traído a la sala aquella noche en calidad de obreros del rock. «Cometa Halley» llegó para aportar un punto sentimental, no exento de cierta dureza sonora. Los minutos pasaban y canciones como «Cocodrilo» y «Lydia Bosch» dejaban claro la intención del grupo de presentar su disco, aunque hubo guiños a las etapas anteriores de la banda: Álex empuñó la guitarra acústica para ofrecer una sentida interpretación en solitario de la homónima «Kitai» —procedente de su debut—, antes de ser respaldado por el resto de la banda. No obstante, el momento de mayor efectismo de la velada tuvo lugar cuando el público alzó una plataforma a la que David se encaramó sin dudarlo para interpretar «Quiérote» desde tan precaria altura. «Borracho de amor» fue la última parada en el nuevo disco del grupo, con el cierre correspondiendo a la siempre notable «Riviera Maya». El contagioso fraseo de bajo de esta última canción puso fin a una noche notable para una banda cuyo sonido está a la altura de su puesta en escena.