Hablamos con Edgar Soberón, guitarrista y vocalista de Hiagen, que acaba de completar una trilogía de EP que conforman su tercer álbum.
¿Existe realmente una continuidad entre los orígenes de la banda en los noventa con el proyecto en la actualidad?
Sí, el ADN continúa siendo el mismo al que dimos lugar las cuatro personas que creamos el proyecto: aunque el sonido de los noventa está ya trilladísimo aún sigue quedando mucho que explorar. También sufrimos un incendio en un local de ensayo que estábamos montando —siempre cuento esto porque trato de amortizar la desgracia [risas]— y la banda nunca se disolvió, sino que terminó de forma abrupta. Y como el nombre siempre es el buque insignia de cualquier proyecto, decidí seguir con él.
Es llamativo que uno de los géneros que empleáis para autodefiniros sea el rock progresivo.
La etiqueta «progresivo» está muy asociada a determinadas bandas, pero realmente no es más que una manera de construir canciones y puede asociarse a un millón de estilos. Por ejemplo, también abrimos el disco con un tema instrumental, que es algo realmente suicida. Nos preguntamos si realmente debíamos hacerlo o no, además de cuestionarnos la posibilidad de renunciar a ciertas visiones artísticas que no nos convienen. Al final siempre hicimos lo que el disco necesitaba y ello le da cierta magia, pero es algo que juega en nuestra contra. Quizá deberíamos pensar en funcionar de otra manera porque estamos metiendo la pata hasta el fondo, pero no conseguimos hacerlo por culpa de unas referencias que nos enseñaron a ser marginales [risas].
¿Concebisteis desde el primer momento publicar El planeta cúbico [autoeditado, 2022] en tres capítulos y elegisteis el orden de las canciones teniéndolo en cuenta? ¿Es una obra fraccionada o tres obras más pequeñas unidas?
Es una obra que se autofraccionó. Siempre hemos intentado que las canciones tengan un flujo y una narrativa, con el disco funcionando como un todo en el que haya melodías que vuelvan a aparecer. Pero la pandemia hizo que se atomizase, aunque lo grabamos durante las mismas sesiones y lo dividimos más tarde. Una de las cosas más complicadas de la grabación es tenerlo todo en mente para que la producción funcione.
Sin embargo el origen literario del título del disco parece apuntar a una intención conceptual.
Quisimos reinventar la historia de Lumbánico, el planeta cúbico [de Cristina Alemparte] para contar una propia y añadirla al disco, en cierto modo interviniendo el libro.
¿Cómo es el proceso de composición de las canciones?
Suelo componer yo, marcando un poco las líneas a seguir y lo que podríamos llamar la dirección de arte, intentando fijarme en la canción en su conjunto.
¿Cómo ha sido la incorporación de un teclista a la formación?
Iván comenzó a tocar con nosotros en 2019. Iba a comenzar la gira de Autoterapia [Hook, 2018] con Izal, pero vio nuestro anuncio y le interesó el proyecto porque su banda iba a tomarse un descanso. Pero luego llegó la pandemia y las cosas siguieron otro rumbo, así que aunque lleva cuatro años con nosotros no hemos tenido demasiado tiempo para trabajar hasta que prácticamente hemos ido a grabar el disco.
Sin embargo habéis conseguido integrar la parte electrónica de forma orgánica, sin que resulte algo accesorio.
Sí, pero podríamos haber hecho mucho más. Íbamos a haber grabado durante el verano de la pandemia, pero finalmente no lo hicimos hasta dos años después y muchas canciones se cayeron del disco porque aparecieron otras. Con Iván no hemos tenido tiempo de crear canciones que partan de la electrónica en lugar de las guitarras, aunque sí hemos tenido tiempo de experimentar en el estudio.
La IA es una herramienta más, pero con la capacidad de cambiar todas las disciplinas artísticas.
En el vídeo de «Una despedida a tiempo» habéis utilizado inteligencia artificial para la generación de las imágenes. ¿Qué opinas sobre utilizar IA dentro de un proceso creativo?
La IA es una herramienta más, pero con la capacidad de cambiar todas las disciplinas artísticas. Lo bueno del arte es que cualquier innovación tecnológica amplía sus fronteras y no acabo de entender por qué habría que acotar eso. Sí entiendo el miedo y las reticencias al cambio, pero estoy en las antípodas de esa forma de pensar.
¿Cuáles son vuestros planes para presentar el disco en el futuro inmediato?
Tocaremos el 20 de mayo en el teatro Albéniz de Gijón y en la sala Siroco el 1 de julio.