Con la nueva temporada de conciertos recién inaugurada, el viernes pasado llegó un nuevo Proyecto Waikiki con las bandas madrileñas Los Cheddars y The Benturas.
Fotografía: Aída Cordero
Pese a que el cartel de este último Proyecto Waikiki tenía una cohesión interna quizá menor que en anteriores ocasiones, el pasado viernes 28 de septiembre no pude sino dirigirme hacia el Maravillas Club. Esta sala madrileña ha acogido la mayoría de eventos organizados por la promotora durante los últimos años y la promesa de descubrir en directo a dos bandas que conocía someramente bastó para atraerme una vez más a su acogedora penumbra.
El sonido de la propuesta surf rock de The Benturas fue el encargado de abrir la noche, con los tres miembros de la banda elegantemente vestidos al estilo de tahúres del Misisipi, con trajes, chalecos y corbatas de lazo. Aunque la base rítmica de la banda posee un notable empaque, su función es la de servir de lienzo para que la guitarra dibuje un extenso repertorio de riffs, con la voz estando también en la categoría de acompañamiento. El protagonismo de la guitarra —la preciosa Gibson ES-295 que protagoniza el videoclip de «Bad Girl»— quedó patente en la amplia variedad de técnicas empleadas por Jorge Bentura para arrancarle sonidos: desde tocarla con una púa de pulgar hasta suplementar los bendings con un pedal para obtener aullidos imposibles, o incluso haciendo algo tan poco habitual en directo como cambiar de pastilla para tocar un solo. Pero dejando de lado estas explicaciones sobre pericia guitarrera, la actuación de The Benturas comenzó con la bilingüe «La verdad», recorriendo un repertorio centrado en su álbum Monta & Roll (autoeditado, 2017). Jorge llegó a amenazar con interpretar un pasodoble, a lo que alguien del público respondió suplicando que no lo hiciera. Pero cuando las risas se apagaron quedó claro que había sido una falsa alarma solo a medias: se trataba de su particular versión de «El gato montés». Una versión más —una interpretación instrumental de «The Final Countdown» de Europe— precedió a la mencionada «Bad Girl» antes de que la banda se despidiera con «This Kind of Love».
Los Cheddars relevaron entonces a The Benturas, advirtiendo con cierta socarronería que ellos no tocaban tan bien como sus predecesores y que el nivel musical iba a decaer considerablemente a partir de ese instante. Y aunque es posible que las canciones de este otro trío madrileño sean técnicamente más sencillas, sus autores lo compensaron ofreciendo una actitud imposiblemente enérgica sobre el escenario y una pose rockera tras otra. Así mismo, el trío no tuvo reparos en apurar sus fuerzas tocando numerosas canciones en rápida sucesión, permitiendo a los presentes apenas unos segundos de respiro entre ellas. La música de Los Cheddars es claramente evocadora del punk rock de Green Day, aunque dotada de unos toques de gamberrismo, irreverencia e iconoclastia que los estadounidenses solo conocieron al comienzo de su carrera: nada queda de ello en su actual estado de madura domesticación. Al igual que The Benturas, Los Cheddars cuentan con un álbum en su discografía —Ensayo nucelar (Bartolini Records, 2018)— y se lanzaron a interpretar sus canciones con alegre frenesí. La costumbrista «Ese kebap» hizo su aparición relativamente pronto, pero el momento definitorio del concierto llegó con el binomio formado por «El actor de Kung Fu» y «Cagar en la oficina». Su actuación término en medio de la autorreferencial «1994» —con su ocurrente verso «Los Cheddars haciendo coros»—, con la que pusieron fin a una velada en la que hubo espacio para virtuosismo rockero e inmediatez punk.
Con este relato dejamos a The Benturas preparando su segundo álbum y a Los Cheddars apeándose de nuestra Lanzadera, dejando espacio libre para nuestros próximos pasajeros. ¿Quiénes serán?